Corría el verano de 1989 y él no
se imaginaba lo que iba a suceder. Se encontraba en Doesburg (Holanda), a unos
quince kilómetros de la frontera germana. Tras un buen año laboral –el primero
como titular indiscutible en el Ajax-, se
veía portando el féretro de un colega, de un desconocido; un tipo del que
le separaba su color de piel, sus raíces, y aquello fue precisamente lo que
había ordenado tan fatal destino. Él conocía la existencia de aquel amistoso,
pero nunca le había prestado mucha atención. No por nada en especial,
simplemente era un partido más, en fechas por lo general de vacaciones. Por
entonces, él solía aislarse, se quedaba en Ámsterdam y se olvidaba del fútbol
durante unos meses, encerrándose gradualmente en su burbuja familiar y de
amigos.
Pero ese verano fue distinto.
Aquel partido amistoso había ganado una enorme trascendencia mediática a base
de sangre. Iba a disputarse en Surinam la cuarta edición del Kleurrijk
Elftal (traducido como “equipo de colores”). Se trataba de un partido
jugado anualmente que enfrentaba a la selección local con los holandeses de la
Eredivisie con raíces en Surinam. Se entendía como una pequeña fiesta en pos
del fútbol, la diversidad y la cooperación. Sin embargo, durante las fechas
previas, se habían producido continuas discusiones y faltas de entendimiento
entre federación, clubes y, por ende, jugadores holandeses.
No todos guardaban la misma
postura sobre el partido y aquello desembocó en que buena parte de los
futbolistas más mediáticos del momento no llegaron a viajar a Surinam.
Internacionales -y campeones de Europa el verano anterior- como Ruud Gullit, Frank Rijkaard o Bryan Roy
no cogieron aquel avión. Marcel Liesdek también se quedó en tierra ya
que se encontraba negociando con su nuevo club. Aaron Winter estuvo a punto de coger un avión por su cuenta pero
finalmente decidió no enfrentarse a su equipo. Stanley Menzo sí que embarcó a Surinam, lo hizo en un vuelo
distinto al del resto de la expedición. Entre agraviados, rebeldes y mandados, nadie imaginaba que aquel
partido no llegaría a celebrarse.
El vuelo PY-764 de Surinam
Airlines llegaba con retraso. En Zanderij, una pequeña aldea cerca del
aeropuerto de Paramaribo, había suficiente niebla como para dificultar la
maniobra, pero no lo bastante como para aplazar el aterrizaje. El capitán
Rodgers decidió intentarlo, tanto de forma manual como a través del sistema
automático de aterrizaje, que le avisaba del tremendo riesgo que se corría y de
lo bajo que volaba aquel Douglas DC-8. Finalmente, el aparato se estrelló a las
16:27 de aquel fatídico 7 de junio. Murieron 167 pasajeros, sobreviviendo toda
la tripulación y un pequeño perro,
al que la policía local bautizó como Lucky.
Él pensaba mientras portaba el
féretro. No dejaba de darle vueltas a todo lo que había sucedido después,
cuando se confirmó que el piloto había mentido sobre su edad y sobre el estado
de su licencia de vuelo, suspendida en varios países. Actuó bajo un nombre
falso y sin un permiso específico para volar este tipo de avión. La verdad es
que aquello le importaba poco. La desolación había invadido Holanda, Surinam y
el mundo del fútbol. En aquel verano de 1989, él estaba tan aturdido por lo
pasado que no se imaginaba lo que iba a suceder un tiempo después. Sus nervios
se convirtieron en ansiedad, en el miedo más racial. Un aviso de bomba en un avión
durante el mundial de Estados Unidos se
convirtió en el último detonante. Padecía una aerofobia que iba a
condicionar sobremanera su posterior vida personal y profesional.
Pero en aquel funeral, él no
sabía nada. Con veinte años recién cumplidos, se preguntaba en su interior por
las causas del desastre sin pararse a pensar en las consecuencias. De andares
elegantes, con escasa e inocente cabellera, las cejas arqueadas y el gesto
solemne, el chico continuó portando el féretro de su compañero. Seis años
después, tras su paso por Milán, Dennis
firmaría un contrato con el Arsenal que incluiría una de las cláusulas más
famosas de la historia del fútbol.
@joseportas
Artículo extraído del nºXVI de Lineker Magazine:
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