El fútbol sin tópicos no sería lo mismo. Más difícil de explicar,
de ingerir. Y aún más propicio para discutir. Son como esos huesos muy
mordidos, esos principios y finales, aquellas conclusiones que se extienden
sobre la mesa sin paliativos y con el objetivo de callar a los comensales. Uno
de esos clichés de taberna, y especialmente de vestuario, establece que el
fútbol no tiene memoria. Y a aquellos que nos gusta escribir la prehistoria y
reescribir la historia nos jode, nos machaca el inventario de razones con
verdadera autoridad y, lo que es peor, con la veracidad como arma. Pocos se
atreven a rebatir el mandamiento estrella del deporte del Mikasa. Pero siempre quedamos unos cuantos irreductibles, y no
necesariamente en una pequeña aldea gala.
Decir que el fútbol no tiene memoria es suponer que la vida no da
segundas oportunidades. Intelectualizamos un juego que se define por meter
o no una pelota en un arco, moldeado por mil matices pero con una sola variable
en el resultado: dentro o fuera. El fútbol recuerda, efectivamente, si la
metiste o no. Y en base a eso, reparte revanchas como exámenes en junio o
septiembre.
No me cabe la menor duda de que el fútbol se acordará del
Manchester City cuando algún justiciero tenga que marcarle un gol de asombrosa
chilena al United. Podréis comprobar en este número como el deporte rey se
acordó de un exiliado de guerra para devolverle una vida plena en terreno enemigo. También ha regalado
un talento rebosante a los nuevos hijos de Bélgica, en un intento de devolver a
la élite a una selección puntera en los ochenta que ha vagado desde entonces
por un desierto de mediocridad. Incluso el deporte rey se pregunta quién fue el
original y quién el karaoke en la pareja formada por McGrath y Gascoigne.
En LINEKER MAGAZINE llevamos más de un año intentando evitar que el efecto Delorean del fútbol nos rebañe
las ideas. Relatamos un pasado sin predecir ningún futuro, más guiados por el
alma del trovador melancólico que por las prisas del corresponsal de guerra.
Durante doce meses y con la colaboración imprescindible de más de cincuenta
personas, hemos intentado crear una memoria colectiva que sirva de bien común.
Estaríamos muy orgullosos de mostrar una biblioteca de debate que provocara
sonrisas, lágrimas, derramamientos de cerveza…e incluso gestos de
desaprobación. También el teclado ofrece siempre revancha.
Que nadie os engañe. El fútbol y todos nosotros tenemos memoria.
Gracias por el pedacito de pensamiento con el que habéis colaborado. Con él, habéis
dado forma al primer año de este proyecto. Y es que no olvidar es importante, pero
lo más valioso es recordar.
Editorial de Lineker Magazine XII:
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