“La vida son pequeños detalles. Hay márgenes minúsculos de decisión que
hacen que la moneda caiga de un lado o del otro. Y ya sabes cómo es el fútbol.
No cuenta el trabajo, sino los resultados. Este club tiene una resistencia
endémica que su propia afición y su historia han ido realimentando año a año.
Hemos pasado por situaciones difíciles pero hemos aguantado. En la vida hay que
saber lo que uno quiere…” – me comenta el míster del Liverpool mientras me
invita a una buena pinta en su casa.
Hubo un día en que las hojas
españolas estuvieron cerca de caerse del árbol inglés con más solera. Por unos
pocos momentos, pensamos que el Spanish
Liverpool se vendría abajo; sucedió durante aquel verano de 2009, que a
punto estuvo de convertirse en un otoño fatídico, futbolísticamente hablando,
para los reds. Xabi Alonso rechazó una oferta insuperable de la liga española.
¿Cómo lo hizo? Con sentido común, serenidad y sabiduría, que es como suele
resolver el mediocentro la mayoría de las ecuaciones sobre el césped. Cuenta
Xabi que cuando un futbolista juega en Anfield, ya no vuelve a ser el mismo. El
centro del campo sin él ni Mascherano
hubiera sido algo muy diferente durante aquellas temporadas. Lástima que Masche quisiera probar suerte en
Barcelona y se marchara para allá en 2011. Fue una despedida triste pero muy
agradecida. El jefecito dio lo mejor
durante su estancia en Liverpool y consiguió ganar su principal objetivo.
Además, la contraprestación de su traspaso fue la llegada de un chico que
apuntaba buenísimas maneras y que consolida así la firma hispana del equipo. Oriol Romeu, se llama. El cuerpo
técnico quería jugadores a cambio del argentino, dada la delicada situación
económica del club.
En 2010, Tom Hicks y George Gillet
estuvieron muy tentados de vender el Liverpool a manos de la firma New England
Sports Ventures (NESV). Sin embargo, la operación no salió adelante por esos
típicos flecos financieros que, de tan pequeños, acaban por arrasar las
intenciones de todas las partes. Ya se sabe que la vida son los pequeños
detalles. El club consiguió un acuerdo bancario con diferentes entidades,
mediante nuevos e interesados patrocinios, para afrontar la deuda y no perder
competitividad a nivel deportivo. Tras cambiar el nombre del estadio (“lo
importante está en el interior”, afirmó Hicks tras la puñalada al corazón red), el club vio solventada su deuda y
pudo comenzar con la reclamada renovación gradual de la plantilla. De aquel
equipo que alcanzó dos finales de la Champions en apenas tres temporadas,
continuaban en el plantel varias piezas indiscutibles, entre las que se
encontraban los españoles Torres, Reina, Arbeloa, Riera, Mikel San José y el propio Alonso.
Todos ellos junto a Gerrard, Agger, Skrtel, Carragher y Glen Johnson formaron un bloque sólido
que completó la temporada con buen fútbol y clasificándose para la Champions
League, aunque sin el premio de los títulos.
El verano pasado, un grupo de
hombres trajeados ejercieron una cualidad difícilmente atribuible a su
condición. La generosidad. Apoyaron sin reparos un ambicioso proyecto
futbolístico mientras se tomaban una taza de té a la orilla del Merseyside. La
mayoría de las peticiones del entrenador fueron aceptadas y el plantel pasó así
a cumplir con la polivalencia que quería el cuerpo técnico. José Enrique llegaba para cubrir el
lateral izquierdo y Raúl Albiol
quiso probar la experiencia inglesa a falta de minutos en Madrid. Además de los
españoles y de los canteranos ya consolidados en la plantilla (Spearing, Kelly y Stearling),
llegaron al club varios jugadores de postín con los que el Liverpool quería
aspirar a lo más alto. Luis Suárez, Charlie Adam, Stewart Downing y Ashley Young complementaban una
plantilla a la altura de las exigencias del club.
El año no ha sido fácil. El acoplamiento
de las piezas nuevas, las lesiones de futbolistas importantes y un fútbol algo
más práctico y menos estético que la temporada pasada ha marcado buena parte
del curso. Tanto la afición como el cuerpo técnico tenían claro el objetivo
desde el comienzo. El Liverpool fue eliminado ante el United en la FA Cup y ante el Aston
Villa en la Carling Cup. La ilusión de la Champions League duró hasta que
el Chelsea se cruzó en el camino en
una eliminatoria tan inexplicable como injusta. Los caminos de Drogba, tituló la prensa. Sin embargo, el verdadero
sueño se jugaba en el último mes de competición. La lucha con el Manchester City por el liderato de la
Premier se estrechaba cada vez más, llegando al límite cardíaco del empate de puntos
a falta de una jornada. El Liverpool visitaba Gales para ganar al Swansea y llevarse la competición. En
el minuto ochenta y cinco, el partido marchaba empatado a dos. El City ganaba
fácilmente al QPR y los reds necesitaban un gol. El míster
decidió hacer su último cambio para buscar el tanto a la desesperada. Miró al
banquillo y, entre las miradas nerviosas y los lenguajes corporales dudosos, le
sorprendió la determinación del 26. Era además lo que buscaba. Un chico alto
para cazar balones por arriba. Tres minutos después, Xabi Alonso sacaba un
córner y el recién incorporado, Miki
Roqué, remataba a las mallas del Swansea. El Liverpool iba a ganar la
Premier League 2011-2012.
“…hemos trabajado mucho para llegar hasta aquí. Y, por qué no decirlo,
hemos tenido suerte; al igual que hemos tomado una serie de decisiones que, con
el tiempo, hemos considerado acertadas. El mundo del fútbol, como la vida en
general, resulta muy cambiante. Y a veces muy efímera. Hay que intentar dar lo
máximo en cada momento y en el lugar donde creas que debes estar. Yo,
personalmente, creo que éste es mi lugar” – finaliza nuestra charla el
míster mientras ultima la preparación de su segunda pinta. Lo hace de un modo
exhaustivo. Con cuidado pero con destreza y seguridad en sí mismo, en su
método. Está de vacaciones, la jovialidad del momento le permite repetir.
Cuesta decirle “no” a este hombre record. Más de cuatrocientos partidos como
entrenador del Liverpool. Una FA Cup, una Community Shield, una Supercopa de
Europa, una Liga de Campeones…y la vuelta a casa de la liga inglesa. Nada
excita más a un red que empatar a
títulos con el Manchester United. Y Rafa
Benítez ya es un red. Porque
siempre lo fue. Porque éste es su sitio.
Artículo extraído del número 1 de Lineker Magazine:
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