jueves, 12 de abril de 2012

¿Satisfechos?

¿Lucha disputada y disfrutada al máximo por la Premier League? Los datos transmiten emoción, pero las sensaciones no sugieren lo mismo. Dejando los colores a un lado, la idea sobre el nivel y calidad potencial de la Premier League 2011/2012 no me resulta tan nítida como en temporadas pasadas. Y hay algo que resalta de un modo curioso entre la orquesta de intereses de los clubes ingleses; nadie está realmente contento con sus resultados. Al menos, pocos lo parecen.

El líder, Manchester United, es el único club que, antes de comenzar la competición, asegura luchar por el título año tras año. Los red devils estarán satisfechos por su posición… ¿y por algo más? Siendo sinceros, el United no ha jugado bien este año. Ferguson no se ha sacado de la manga ninguno de sus arabescos surgidos de la más categórica autoridad. Rooney ha tenido un año irregular afrontando sus lesiones y su nuevo peinado. Las bajas continuas de Chicharito y Vidic no han causado el efecto deseado entre jugadores a los que aún se espera, como Anderson, Nani o Smalling. Valores de cantera como Cleverley o Welbeck aún no han dado la patada en la puerta (algunos se plantean si llegarán siquiera a levantar la pierna). ¿Buenas noticias? La consolidación de De Gea tras una dura travesía por el lluvioso desierto británico, sangrante para los novatos. Si el jugador aumenta su confianza y Sir Alex le mantiene en el puesto, el romance del madrileño con Old Trafford será de larga duración. Este es el universo United. Por encima de él, flotan dos estrellas que quedan fuera de toda valoración global. Su estatus y carta de méritos les permite entrar, salir, marcharse y volver cuando quieran. Clases magistrales de movimientos sobre el campo y aplausos. Ryan Giggs y Paul Scholes pululan por la actualidad mancuniana y siempre suman, tanto fuera como dentro del césped. Quizá la mejor razón de sonrisa para un diablo rojo, que por otro lado piensa que su equipo está donde se merece pero que él, como aficionado, podría merecer más. El teatro de los sueños es muy exigente, su equipo no ha bajado del segundo puesto durante toda la temporada.



El Manchester City. Lo admito, es un problema mío. Veo a ese equipo y me parece un homicidio deportivo en primer grado que no jueguen regularmente al fútbol como los ángeles. Los problemas de este tipo de equipos-pirámide construidos a base de talonario suelen estar relacionados bien con las expectativas en torno a ellos, bien con la elección de los arquitectos de la construcción. No voy a intentar convencer a nadie de que Mancini es el adecuado para llevar esta plantilla. Para mí, no lo es. Le ha quitado puntos a su equipo. Dudo que haya mucha gente contenta con él en la parte celeste de Manchester. Puedo admitir ciertos problemas de ajuste en una defensa de babel que, a pesar de su gran poder ofensivo, puede pecar de gelatinosa (Clichy, Touré, Savic, Richards). Podría pasar, ya con reparos, por malas construcciones ofensivas desde un mediocampo falto de experiencia conjunta y perfiles sólidos (Yayá, De Jong, Nasri, Adam Johnson, Barry). Delanteros de carácter explosivo como Balotelli ó Tévez siempre pueden provocarte un dolor de cabeza. Pero hay jugadores en este equipo con la suficiente magia para ganar al menos un título por temporada. Silva y Agüero justifican la mayor de las inversiones. Los citizens marchan segundo, puesto que no acredita ningún tipo de mérito directivo y menos cuando el máximo rival es el primero. El equipo hizo un lamentable papel en Europa y el entrenador no continuará la próxima temporada. Que nadie me diga que está siendo un año ni siquiera correcto para el Manchester City.


El Arsenal va tercero. Es un buen lugar, acorde a los méritos que ha exhibido durante la temporada. Como cada año, los gunners exhiben fútbol de campeones y lo acompasan con empanadas propias de Championship. ¿Existe sentimiento de satisfacción en el Emirates? Pues quizá se adjunte en las pequeñas dosis de seratonina que segregan los aficionados a la salida del Emirates en cada partido del Arsenal. Ahora bien, la frustración a final de temporada y el cabreo en no pocas ocasiones a lo largo del año son inevitables. Lo del Arsenal es el casi llegar, el poder pero no querer, el potencial inexplotado. Así ha sucedido desde que tengo uso de razón y creo que este año la sensación del hincha gunner se ha acrecentado.



Tottenham Hotspurs. Una receta de fútbol de muchos quilates, rapidez, irregularidad, atrevimiento, goles y falta de madurez. Un equipo intrépido al que sólo le ha faltado arrojo para creerse que este era su año. Sufre ciertos síntomas de arsenalización con matices que, de momento, no acierta a reparar. ¿Podría Bale correr con más sentido?, ¿sería Modric capaz de jugar bien tres partidos seguidos?, ¿se envalentonará Harry algún día ante un grande? Preguntas sin respuesta. Los spurs marchan empatados a puntos en la cuarta plaza con el Newcastle y el Chelsea. Mi sensación es que en Stamford Bridge no están contentos desde que se marchó Mourinho, tal cual. Fue el último que provocó verdaderas exclamaciones en la grada, el último que desarboló a equipos grandes. Ancelotti también ganó una liga, pero él era sólo el títere del amante desquiciado. Al Chelsea le empiezan a sobrar años y necesita nuevos ídolos y estandartes. Este año le ha dado para un notable papel en Champions; sabedores de la gran dificultad de pasar de semis, si dan la sorpresa la calificación de la temporada del Chelsea variará enormemente. Pero yo muy contentos no les veo, la verdad. En cuanto al Newcastle, es la gran sorpresa de la Premier, sin duda. Muchos dudábamos sobre el tiempo que aguantaría en la parte alta y nos está dejando en mal lugar. De acuerdo, en St. James Park son felices; la modestia les coloca en un lugar por debajo del sobre-rendimiento que están ofreciendo. Acaben como acaben, enhorabuena para ellos.



Se adivina un aura feliz alrededor de equipos como Swansea, Everton, Norwich City o Sunderland, además de los que se salven del volcán del descenso. Hay un club al que no he nombrado, lo habrán adivinado. El Liverpool atraviesa una fase embarrada, buscando una nueva identidad en esta época sin roles distribuidos. En un club de magnitud mundial e historia superlativa, la exigencia es tal que no se permite la felicidad. El problema es que la panorámica de futuro no es mejor. Al menos la Carling Cup supuso un desahogo.



Miremos hacia arriba. Aburrimiento y síntomas de insatisfacción en Old Trafford. Insuficiencia y cierta indignación en el Etihad. Eterna y dulce frustración al norte de Londres y falta de orientación en el adinerado suroeste. ¿Eran las exigencias demasiado altas o no está siendo la mejor temporada de nadie? Aún quedan semanas para comprobarlo.





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