miércoles, 25 de abril de 2012

Convencimiento, personalidad y grandeza

Xabi, brújula y personalidad del Real Madrid
Xabi, brújula y personalidad al frente del Real Madrid























La oportunidad resulta histórica para el club mas laureado del mundo. Guste o no, con la eliminación del Barcelona se ha abierto un hilo de luz en la cueva de esperanza del madridismo, ávida de triunfos europeos en este siglo y cada vez menos oculta. Posiblemente no lo necesitaba.

El triunfo en el Camp Nou ha limpiado complejos y espantado fantasmas, limpiando el ambiente de la intoxicación de derrotas (a veces duras, a veces indignas) de los últimos tres años. Pero gracias a la machada del Chelsea, el siempre necesario aporte de precaución ya está presente en el cuerpo técnico, plantilla y afición madridista.

Diez años después, se vuelve a respirar el ambiente auténtico de trascendencia en los alrededores del estadio Santiago Bernabéu. La motivación continental supera con holgura cualquier otro tipo de estímulo madridista.  Al Real Madrid le gusta reeditar la historia de Rey de Reyes y el papel de embajador de la causa futbolística ante este tipo de situaciones, como el padre que defiende a sus hijos ante un vecino más guapo, más alto y más fuerte. Sin embargo, esta vez el rival, por frecuente, no deja de perder su condición de ogro feo y fortachón. El Bayern de Múnich, un clásico de la competición y de los duelos a cara de perro con el Real Madrid.

No sé qué pasará hoy en Concha Espina. Espero oír el mayor grito dado nunca en la época moderna por la afición del Real Madrid. Ansío la mejor actitud de Mourinho desde el banquillo y un ideario propio de este club. Nada de conformismos, especulación ni problemas originados en tanteos más artificialmente tácticos que realmente útiles. El Madrid debe salir a arrasar al Bayern. A comerse al rival con fútbol y con inteligencia. A jugar mejor, correr más, chocar más fuerte y gritar más alto. Altísima intensidad con los jefes en el campo marcando revoluciones. La personalidad de los grandes (Iker, Sergio, Xabi y Cristiano) debe imponerse y trazar el camino para aquellos que pueden carecer de inteligencia emocional para sobreponerse a las circunstancias (recordemos los antecedentes de Pepe o Marcelo). Unos deben pensar el partido con la cabeza y otros lo decidirán con los pies.

Y esta vez no. Esta vez el monstruo alemán no supera en belleza al gigante español. El Real Madrid es más guapo que el Bayern, gusta más e impone lo que otros no pueden. El convencimiento está claro en todos los estratos del madridismo, concienciados para que no se convierta en autocomplacencia, como pudo suceder en la ida. Ser mejor equipo se demuestra sobre el césped y ahí tendrá lugar la batalla. Olvidándose por noventa minutos de polémicas, futuros imprevisibles y pasados intocables, el conjunto madridista debe demostrar el peso que se le supone hoy día en el fútbol europeo. Los elegidos deben enseñar que son dignos herederos de la grandeza de la casa y de un escudo que aporta un enorme plus de vitamina en el alma madridista durante las guerras europeas. 

La gloria está cerca. Y aunque el talento, el trabajo, la personalidad y la fuerza formen parte de la receta, no existen secretos para dar con la fórmula secreta. Esto es la Champions League. Mágica e imprevisible. Cruel con los destronados y maravillosa para los jubilosos. Hoy el Real Madrid debe sonreír, jugar al fútbol mejor que el Bayern de Múnich y, sobre todo, creerse que puede optar a ser, de nuevo y una década después, el Rey de Europa.




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