jueves, 8 de marzo de 2012

La hora de Alemania


¿Qué le falta a los alemanes para imponerse en el fútbol mundial en esta época bien entrada del siglo XXI? Ésta nunca ha sido una pregunta necesaria para un combinado que ha ganado tres Copas del Mundo y tres Eurocopas. Los germanos han llegado siete veces a la final del mundial, más que nadie. Han ganado más trofeos continentales que ninguna selección y se han convertido con total justicia en uno de los ogros del fútbol de selecciones. Fuerza física, potencia, trabajo a destajo y férrea disciplina alemana han sido sus señas a lo largo de la historia.

Sin embargo, los alemanes han venido mirándose en otros espejos desde hace ya varios años. Su fútbol anterior, eficiente pero algo oxidado, se ha reinventado dando lugar a un juego mucho más moderno. Juventud, desparpajo, rapidez y brillantez. A la clásica máquina alemana le apetece ponerse guapa y gustar al resto del mundo. El cambio pasa de buscar la victoria para la propia nación a enseñar al planeta sus cartas para ganar la competición de turno. El fútbol alemán se abre al panorama internacional y lo hace con caras reconocibles y, gracias a ello, reconocidas. Los teutones aportan personajes con carisma, personalidad y determinación.

Joachim Löw es uno de los entrenadores más cotizados y prestigiosos del fútbol europeo. La continuidad en resultados tras la etapa de Klinsmann y el juego atractivo que caracteriza a Alemania le han hecho brillar con luz propia en el siempre complicado escaparate de técnicos. Ya ha saltado su nombre como posible candidato a grandes banquillos de clubes. Su hambre de títulos y su estética moderna le hacen ganar adeptos dentro y fuera de Alemania. Es, sin duda, una de las caras de esta selección.

El aporte de madurez germana lo introducen clásicos, que no mayores, como Lahm, Jansen, Schweinsteiger, Mario Gómez, Podolski o Klose. Competitivos siempre en sus puestos y expertos en batallas anuales en clubes. Tan solo Miroslav Klose, ese eterno y oportunista ariete actualmente en el Lazio, sobrevive de aquella Copa del Mundo en Corea y Japón hace ya diez años. Nadie puede asegurar que no vaya a permanecer diez años más, la involución futbolística parece pasar de largo para futbolistas como él. Mario Gómez siempre ha sido el hombre de los números en Alemania y un pequeño desconocido en el resto de Europa. Parece que esa barrera se romperá esta temporada en la que lleva 34 goles en 39 partidos. Podolski siempre ofrece una mejor versión en la selección que en la rutina de clubes y está cuajando una gran temporada en Colonia. Y entre todos estos nombres, destaca el más complicado de pronunciar y más fácil de recordar. Bastian Schweinsteiger, ese hombre de banda reconvertido a mediocentro. Ese potente guerrero que ha descubierto su capacidad como capitán general. Llega a la Euro 2012 en plena madurez como centrocampista completo que es. Un portento físico con uno de los mejores disparos del mundo. Bastian quiere un mayor reconocimiento internacional, en Alemania ya le adoran. Hace poco Heynckes le colocó en el pedestal de Xavi e Iniesta. El fútbol de selecciones le debe un pedazo de gloria a este chico de Baviera.

La parte de la película que no hemos visto es aquella en la que salen Neuer, Götze, Reus, Muller, Özil, Marin o Toni Kroos. Jóvenes y ligeros. Preparados y con carácter. La nueva hornada de Alemania se caracteriza por su pequeño tamaño y sus grandes cualidades futbolísticas. Por un lado, hablamos de Manuel Neuer. Quizá el portero con mejores cualidades y mayor potencial de Europa; sus reflejos son increíbles. Sólo le lastra una reputación algo polémica en su país (a los aficionados del Schalke no les sentó bien su marcha) y ciertos fallos de juventud cuya repercusión mediática se multiplica exponencialmente al tratarse de la portería. Es el menos alemán de los porteros alemanes, pero al mismo tiempo es, sin duda, el mejor.

Por otro lado, los teutones importan el perfil de centrocampista móvil, hábil y con una inteligencia suprema para entender el juego. Reus y Kroos responden a la definición con algo más de altura y potencia pero un manejo envidiable del balón. Marko Marin, a pesar de su estancamiento, es siempre una figura a seguir por las sorpresas que puede ofrecer con el balón en sus pies. Mario Götze es la última gran aparición del fútbol alemán. Esta pieza de fábrica del Dortmund aporta calidad a raudales, rapidez y una magnífica técnica. Uno de los más destacados, y ya contrastados, jugadores alemanes es Thomas Müller; un todocampista capaz de ocupar varias posiciones atacantes y con magníficas cualidades ofensivas. Su imponente físico y su enorme clase fueron claves para que el fútbol internacional le guardara un lugar en Sudáfrica en el 2010. Es un joven veterano y con mucha hambre.


Y comandándolos a todos está el más experimentado a nivel internacional con tan solo 22 años. El madridista Mesut Özil ha sido uno de los fichajes más alabados en la última década del fútbol español. Tras su magnífica Copa del Mundo en 2010, Florentino Pérez adornó la armadura de Mourinho con la espada más fina del mercado y a un precio casi de saldo, viéndolo con perspectiva. El alemán lleva una temporada y media en Madrid mostrando su genio y luchando contra esa irregularidad que parecía endémica en su juego. Parece que poco a poco lo va logrando. La sensibilidad que muestra Özil con el balón es única; su visión y conducción son privilegiadas y su elegancia es sólo comparable a la de Iniesta. Siempre apetece ver un partido en el que juega Mesut.


Tras reconocer estas caras, uno se vuelve a preguntar qué le falta a Alemania. Quizá habría que invertir la pregunta y darnos cuenta así de que lo que les ha sobrado a los germanos en los últimos años ha sido la presencia de España, una alumna aventajada en el mismo tipo de juego que ha aprovechado una magnífica generación. Una final sin color y un cruce de semifinales letal dejaron a Alemania sin opciones de triunfo en los dos últimos torneos internacionales. En 2006, jugando en casa, los teutones se vieron apeados de su Copa del Mundo por la Italia sobremotivada y sin límites del Calciopoli (caso Moggi).

Alemania cree que éste es su momento. Su liga es la competición más emergente de Europa, sus jóvenes promesas encabezan más portadas que nunca y sus líderes llegan en el mejor estado físico, mental y con un apetito insaciable. Este cruce de generaciones se considera desafortunado por las últimas competiciones. Piensan que el fútbol les debe algo y que ellos son muy capaces. ¿Cómo no serlo? Si hablamos de fútbol y Alemania, la moneda siempre cae de cara.

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