jueves, 17 de marzo de 2011

Jon Santacana

Lanzo varias preguntas de martes por la mañana al aire....

1. ¿es el hombre tan malo como lo pintan otros hombres?

2. ¿somos unos destructores que se aprovechan de su raciocinio para vivir de la forma más egoísta posible con el entorno que les rodea?

3. ¿si la cabra montesa tuviera nuestra cabeza, nos discutiría el liderazgo del planeta?

4. en un rosco final de Pasapalabra entre un chimpancé pigmeo y Belen Esteban...¿por cuántas palabras ganaría el chimpancé?

Digo esto porque anoche pensaba sobre ello, en uno de mis frecuentes estados insomnes. Estaba yo haciendo zapping en mi tele y llegué a teledeporte. Y allí había una competición de esquí, en la que estaban estos señores, a los que aquí vemos entrenando:




No había visto nunca esquiar por parejas. Cuando llegaron a la meta, me di cuenta de dos cosas. Una, eran españoles. Dos, el que compite es el de detrás. Es ciego. El de delante es su guía.

Se llama Jon Santacana y hace un año ganó la medalla de plata en eslalon en los juegos paralímpicos de Vancouver. Apenas ve nada; percibe sensaciones. Sabe si lo que tiene delante es un monte nevado o un bosque...pero poco más. Cuando Jon fue preguntado por su entrentamiento con su guía, respondió esto:

"...El me marca por donde debemos ir, y yo realmente lo único que hago es seguirle. Esto que parece tan fácil no lo es, porque mantener una distancia permanente cuando vamos a 80 o 100 km./H. no es nada fácil, como te puedes imaginar… Hace falta muchísimas horas de entrenamiento para lograr la sincronización que tenemos. El uno tiene que conocer perfectamente la técnica y las posibilidades del otro, sabemos como podemos reaccionar ante un imprevisto y como superarlo. Es sencillo, pero detrás hay mucho trabajo..."

Participaron esquiadores de tres categorías visuales, B1, B2 y B3, en función de su deficiencia. Jon es B2 y anoche vi algunos B1, completamente ciegos. Me entraron escalofríos de ver cómo descendían. Hay que decir que para igualar las condiciones de todos los participantes, a los que no son totalmente invidentes, se les colocan unas gafas especiales para que no vean nada de nada.

Estas cosas me hacen pensar en la capacidad que tenemos (todos) para afrontar retos. ¿De dónde sacan las personas como ellos la fuerza necesaria, de todo tipo, para hacer esto? Puede ser mentalidad, ilusión, trabajo...pero yo creo que la palabra exacta es fé. Esa fé puede tener su reflejo en muchas personas y/o cualidades. Pero ellos tienen algo que tiene muy poca gente, entendido en el buen sentido. Fé en uno mismo y un enorme instinto de supervivencia.

Les ponen una valla tres veces más alta que la nuestra y la saltan con una pierna menos. Eso no es sólo trabajo, es fé. Es imposible saltarla si no estás convencido de que lo harás. Y mientras existan seres humanos capaces de hacer esas cosas, yo me declaro creyente de la Humanidad. De la Humanidad que dedica sus esfuerzos a su superación personal. Más que nunca, la fé mueve montañas, ese es el slogan.

Poco nos diferencia de determinadas especies animales. Siempre he pensado que, en el fondo, disfrutamos de las mismas cosas que ellos durante nuestra vida. Pero si algo nos acerca es el instinto de supervivencia. El miedo a lo desconocido, la capacidad de integración en un entorno hostil...somos animales.

Y ese instinto es el que acerca a estos esquiadores paralímpicos a ser acreedores de una nobleza que suele adjudicarse de forma inmediata al género animal. Y creo que no debería ser una oposición exclusiva. Para mí, Jon Santacana tiene la misma nobleza o más que el perro de mi vecina Pepa. Y además no se caga en la acera como hace el jodío chucho.

Recuerdo un capítulo de Los Simpson en el que los delfines invadían la civilización humana. Alegaban que, en el principio de los tiempos, eran animales terrestres y los hombres les habían mandado al mar, donde llevaban miles de años pasando frío...

¿Cuál es la conclusión de toda esta parrafada? Pues seguramente ninguna. Pero yo creo que, seguramente, habría muchos delfines que no tendrían especial interés en enemistarse con los humanos. Y quizá también haya delfines gilipollas. Un delfin Esperanza Aguirre u otro delfin Karmele Marchante. Si en la humanidad hay gilipollas a patadas, en la Naturaleza también debería haberlos. Al fin y al cabo, todos somos animales.

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