tag:blogger.com,1999:blog-22413428597040691902024-03-13T06:08:28.418+01:00Crónicas de gradaLa realidad de lo irreal. La fantasía de la verdad.
El fútbol y la vida. La vida sobre el fútbol.
Palabras, frases, ideas y pensamientos.José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.comBlogger73125tag:blogger.com,1999:blog-2241342859704069190.post-32910615141908284792014-01-14T12:54:00.002+01:002014-01-14T12:54:59.417+01:00Balón de plástico<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOFV7FuSI_5peb0kCaxjPX7Ati8GfHGt-X4dC41Z2zHBbBUJ3U9LlfFXF4H0k3y-eTmgiCJyYUp9cgPyJiYv8rb-kXsfZW1QHlzqgYoqxxu74RO8R9tgQAhYUvLSyBYYLX0f8VznQMXM4x/s1600/Blatter_Oculto_Dentro_34_original.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="265" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOFV7FuSI_5peb0kCaxjPX7Ati8GfHGt-X4dC41Z2zHBbBUJ3U9LlfFXF4H0k3y-eTmgiCJyYUp9cgPyJiYv8rb-kXsfZW1QHlzqgYoqxxu74RO8R9tgQAhYUvLSyBYYLX0f8VznQMXM4x/s400/Blatter_Oculto_Dentro_34_original.jpg" width="400" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Joseph Blatter</b> es un tipo fuera de lugar. Un pájaro elevado a cotas
a las que parecía no poder volar. Un ejemplo de voluntad, sin duda. Rodeado de
netol en cada paso que da, <b>lo que hace y
lo que es huele a rancio</b>. Y esa sensación traspasa pantallas y contagia sin
necesidad de jerarquías. La FIFA entera, analizada como organización lejana del
césped, es un lujoso entramado de relaciones, excesos y tropelías. Podríamos
arrebatarle la segunda F de su acrónimo, no encuentro el fútbol en ninguna
razón, en ningún objetivo, en ninguna parada del camino de estos señores que
parecen estar de vuelta de todo, de resaca continua más de caviares que de
bares.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
No es que nos quieran arrebatar
el fútbol, es que lo disfrazan, lo maquillan y lo lustran –lo que es peor-, como
si se gastara, confundiendo las clásicas <i>Adidas
Beckenbauer</i> con unos zapatos de fiesta de usar y cuidar. Entre señores de
buen comer, jubilados pieles rojas (con vasos capilares de vividor) y
consejeros inaconsejables, se mueve la FIFA en términos sólo explicables en el Jurásico.
Como un dinosaurio, marcada por ideologías de piedra, con paso firme- que no
sólido- y seguramente abocada a la extinción. <b>No encaja</b>. Es una pieza sin puzle. Con la sede en Zúrich, las galas
en Mónaco y la cabeza en el bolsillo, uno tiene la certeza de que deberían
poner la mirada de sus ojos en el desarrollo del juego que regentan. En ese
césped que a más de uno le producirá urticaria.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La gala de anoche fue como se
muestra la FIFA. <b>Anticlimática,
destemplada</b>. Ofrecen fútbol de traje un lunes a las siete de la tarde como
quien regala una barra de pan del día después. Reconozco que no presté mucha
atención. Pero oye, que detalles dejó. Me impactó la impresionante cabellera de
Amarildo, el <i>cortisonado</i> Ronaldo y
las diferencias culturales y, sobre todo, de altura entre los once elegidos
(criterios futbolísticos aparte). No entendí, como nadie en la sala, el premio
a Rogge. Me dio por imaginar una llamada intempestiva de Joseph a Jacques una
extraña noche de octubre, desde la lluviosa Oxford a un despacho en la
congelada Suiza. Todo muy desapacible. “<i>No
entiendo por qué se han enfadado, era una broma. ¡En la conferencia se reían
todos!</i>”. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Y es que el bueno de Blatter
parece no entender nada. <b>O quizá seamos
nosotros los que no lo pillamos</b>. Los que nos extrañamos cuando en la gala
del otrora prestigioso balón de oro, no vemos más que un ejercicio de plástico,
adulterado sin enrojecimiento, llamado a cubrir la egolatría de aquellos que
van sobrados de estima. Somos nosotros los que no entendimos tanta apología
brasileña (¿tiran de gloria pasada para prevenir descarrilamientos organizativos que ojalá no se den?). Somos nosotros
los que perdimos la fe con la pintura que Cafú se había insertado anoche en la
cabeza para disimular su alopecia, como una línea de banda mal tirada. Mira a
Ruud Gullit, hombre, todo naturalidad. Somos nosotros los que nos extrañamos con nuestra reacción al preferir las lágrimas sencillas de Cristiano Ronaldo con las lágrimas de poder de Pelé. Lo siento, pero prefiero no verle más en la actualidad para no destrozar el mito de jugador que aún tengo en la cabeza.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Más que oler a césped recien cortado, aquello desprendía un tufo insoportable a cirugía de reconstrucción. Y aquel quirófano no estaba esterilizado. Mi último pensamiento y deseo se encamina en esa dirección. Que no se contagie el mal. El fútbol será siempre tan joven como su capacidad de sorpresa en el campo. Brillará como el deporte estelar que es. Y ojalá la FIFA no nos ciegue con él, como un escudo que les protege de corrupción, adulteraciones, decisiones peculiares e intereses económicos. Y es que ya sabemos lo que más le gusta a la FIFA del fútbol. Todo. <b>Menos la hectárea verde.</b></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 11.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
@joseportas</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2241342859704069190.post-35035224109067618472013-12-30T10:58:00.000+01:002013-12-30T15:31:23.594+01:00Imagine: Consecuencias<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://www.reat.nl/picts/fotos/2BenefietVliegramp1%20(2).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="http://www.reat.nl/picts/fotos/2BenefietVliegramp1%20(2).jpg" width="400" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Corría el verano de 1989 y él no
se imaginaba lo que iba a suceder. Se encontraba en Doesburg (Holanda), a unos
quince kilómetros de la frontera germana. Tras un buen año laboral –el primero
como titular indiscutible en el Ajax-, <b>se
veía portando el féretro de un colega</b>, de un desconocido; un tipo del que
le separaba su color de piel, sus raíces, y aquello fue precisamente lo que
había ordenado tan fatal destino. Él conocía la existencia de aquel amistoso,
pero nunca le había prestado mucha atención. No por nada en especial,
simplemente era un partido más, en fechas por lo general de vacaciones. Por
entonces, él solía aislarse, se quedaba en Ámsterdam y se olvidaba del fútbol
durante unos meses, encerrándose gradualmente en su burbuja familiar y de
amigos.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Pero ese verano fue distinto.
Aquel partido amistoso había ganado una enorme trascendencia mediática a base
de sangre. Iba a disputarse en Surinam la cuarta edición del <b><i>Kleurrijk
Elftal</i></b> (traducido como “equipo de colores”). Se trataba de un partido
jugado anualmente que enfrentaba a la selección local con los holandeses de la
Eredivisie con raíces en Surinam. Se entendía como una pequeña fiesta en pos
del fútbol, la diversidad y la cooperación. Sin embargo, durante las fechas
previas, se habían producido continuas discusiones y faltas de entendimiento
entre federación, clubes y, por ende, jugadores holandeses. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
No todos guardaban la misma
postura sobre el partido y aquello desembocó en que buena parte de los
futbolistas más mediáticos del momento no llegaron a viajar a Surinam.
Internacionales -y campeones de Europa el verano anterior- como <b>Ruud Gullit</b>, <b>Frank Rijkaard</b> o <b>Bryan Roy</b>
no cogieron aquel avión. <b>Marcel</b> <b>Liesdek</b> también se quedó en tierra ya
que se encontraba negociando con su nuevo club. <b>Aaron Winter</b> estuvo a punto de coger un avión por su cuenta pero
finalmente decidió no enfrentarse a su equipo. <b>Stanley Menzo</b> sí que embarcó a Surinam, lo hizo en un vuelo
distinto al del resto de la expedición. Entre agraviados, rebeldes y <i>mandados</i>, nadie imaginaba que aquel
partido no llegaría a celebrarse.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El vuelo PY-764 de Surinam
Airlines llegaba con retraso. En Zanderij, una pequeña aldea cerca del
aeropuerto de Paramaribo, había suficiente niebla como para dificultar la
maniobra, pero no lo bastante como para aplazar el aterrizaje. El capitán
Rodgers decidió intentarlo, tanto de forma manual como a través del sistema
automático de aterrizaje, que le avisaba del tremendo riesgo que se corría y de
lo bajo que volaba aquel Douglas DC-8. Finalmente, el aparato se estrelló a las
16:27 de aquel fatídico 7 de junio. Murieron 167 pasajeros, sobreviviendo toda
la tripulación <b>y un pequeño perro</b>,
al que la policía local bautizó como <i>Lucky</i>.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Él pensaba mientras portaba el
féretro. No dejaba de darle vueltas a todo lo que había sucedido después,
cuando se confirmó que el piloto había mentido sobre su edad y sobre el estado
de su licencia de vuelo, suspendida en varios países. Actuó bajo un nombre
falso y sin un permiso específico para volar este tipo de avión. La verdad es
que aquello le importaba poco. La desolación había invadido Holanda, Surinam y
el mundo del fútbol. En aquel verano de 1989, él estaba tan aturdido por lo
pasado que no se imaginaba lo que iba a suceder un tiempo después. Sus nervios
se convirtieron en ansiedad, en el miedo más racial. Un aviso de bomba en un avión
durante el mundial de Estados Unidos <b>se
convirtió en el último detonante</b>. Padecía una aerofobia que iba a
condicionar sobremanera su posterior vida personal y profesional. </div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Pero en aquel funeral, él no
sabía nada. Con veinte años recién cumplidos, se preguntaba en su interior por
las causas del desastre sin pararse a pensar en las consecuencias. De andares
elegantes, con escasa e inocente cabellera, las cejas arqueadas y el gesto
solemne, el chico continuó portando el féretro de su compañero. Seis años
después, tras su paso por Milán, <b>Dennis</b>
firmaría un contrato con el Arsenal que incluiría una de las cláusulas más
famosas de la historia del fútbol.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
@joseportas</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Artículo extraído del nºXVI de Lineker Magazine:</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-no16-el-emigrante-una-nueva-vida/">http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-no16-el-emigrante-una-nueva-vida/</a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2241342859704069190.post-21472723916187285252013-12-27T10:24:00.000+01:002013-12-27T10:24:30.179+01:00La elección de marcharse<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://www.hoycinema.com/archivos/201206/el-emigrante-1917-XxXx80.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="191" src="http://www.hoycinema.com/archivos/201206/el-emigrante-1917-XxXx80.jpg" width="400" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Se nos marcha el 2013, un año con
un rostro distinto en función de quien lo mire. Desgraciado para unos, sentido
para otros, incluso habrá sido bueno para los que ya corren a por el siguiente,
apresurados y con la ilusión por montura. Precisamente sobre marchas y rostros
hablamos en este número de LINEKER MAGAZINE. Sobre viajes inacabados y
aventuras recomenzadas. Escribimos sobre vidas nuevas y oportunidades más que
antiguas, las que el hombre busca en su interior y se da, en ocasiones, en
contra de su entorno y hasta de su propia voluntad. Reflexionamos y dejamos
reflexionar sobre esfuerzos, sacrificios y sueños, la película de nuestra
existencia estrechada en un fotograma más breve de lo que suele parecer, una
secuencia continua de semanas, meses o incluso años mucho más difícil de
olvidar que las que le rodean.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Las experiencias vitales que
suele respirar el emigrante se recuerdan con el paso del tiempo como cucharadas
de sabiduría, como momentos de disfrute que uno pasa resguardado de la tormenta
de realidad que asoló y asolará. Y por lo general, es el sudor del viajante el
que pule esas situaciones, el que se encarga de hacer brillar lo que en otras
tierras o en ausencia de esfuerzo, podría parecer hasta rancio. Es una lástima
literaria recurrir a los típicos tópicos, pero hay pocos contextos que definan
mejor la identidad humana que el del emigrante. Cuando uno se marcha, no sólo
lo hace en busca de una mejor situación económica (sello de nuestros días) sino
que también quiere una nueva perspectiva, unos retos por rodear y un
aprendizaje por experimentar. Suele sentirse como una vida dentro de una
existencia, con lo contundente y dura que puede resultar esa definición.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Los futbolistas, pensémoslo, son
humanos también y, como tal, muestran las mismas razones para viajar que
cualquier otro ciudadano. Rodeados, seguramente, de mayores facilidades
económicas, nos cuentan que ellos también tuvieron (y tienen) que tomar
decisiones, que los contratos calman las angustias pero no reducen las
distancias y que el tiempo que pasaron en Inglaterra fue por lo general una
sana experiencia a recordar durante el resto de su vida. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Hablamos en este número de
valientes. De gente que ha mostrado su osadía y su determinación en las
decisiones que han tomado. Y esa valentía se multiplica frente al espejo por
haberla demostrado en tiempos en los que elegir parece de privilegiados y
realmente es de valerosos. A veces intentamos vivir buscando el éxito sin
darnos cuenta de que el trofeo más preciado es la libertad, la libertad de
encontrar una vida propia.</div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El equipo al completo de LINEKER
MAGAZINE quiere desearles unas felices fiestas y un próspero año 2014.
Esperamos que puedan pasar su tiempo con sus seres queridos y que nadie les
robe la capacidad de elegir. Dentro de poco más de un mes, nosotros decidiremos
volver a pasarnos por aquí.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
@joseportas</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Editorial del nºXVI de Lineker Magazine:</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-no16-el-emigrante-una-nueva-vida/">http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-no16-el-emigrante-una-nueva-vida/</a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2241342859704069190.post-3372542673312004512013-12-03T10:16:00.000+01:002013-12-27T10:44:51.174+01:00Imagine: La otra decisión<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://images.dailystar-uk.co.uk/dynamic/58/photos/998000/620x/16998.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="266" src="http://images.dailystar-uk.co.uk/dynamic/58/photos/998000/620x/16998.jpg" width="400" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El silencio es absoluto. He
acertado con el mejor momento en el mejor lugar. No ha sido difícil. Al
terminar un partido, cualquier localidad vacía del estadio te parece la más
adecuada para sentarte. La más personal, la más accesible. Incluso crees que
alguno de los asientos cobra vida y te susurra al oído, <b>zalamero y con maquillaje de sofá</b>. Ahora, sentado sobre él y
sosteniendo mi taza ardiendo de <i>Glengettie</i>,
lo sé. Y, repito, esta vez era fácil. Pero no siempre pasa. Por lo general, no
sabes lo correcta que es una decisión hasta que puedes valorar las
consecuencias. Y es que lo importante, lo que uno debe valorar, no son los
riesgos, sino las realidades.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Bebo un sorbo que no me sirve
para entrar en calor, pero sí para recrear la sensación de estar en casa. En el
norte de Londres, el clima es muy parecido al de Cardiff, aunque diría que allí
la humedad te cala hasta el hueso más lejano. La de aquí es otra historia, pero
con el tiempo he conseguido convertirla en mi historia. Esbozo una media
sonrisa mientras miro a la banda; si hay un lugar en el que me encuentre cómodo
es ese. <b>Es como un apartamento que no
necesitas decorar ni cerrar cada vez que te marchas</b>. Dominas todos los
espacios, entras y sales cuando quieres, te encanta y además, es tu lugar de
trabajo; con la mayor diferencia respecto al resto de trabajadores y es que este
sitio no me agobia. Al contrario, me hace sentirme independiente, me veo libre
corriendo, centrando, marcando, buscando… Respirando.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El cuerpo me pide más té y le
obedezco sin recato alguno. Fijo mi mirada en el marcador y veo el 4-1 de hoy.
Durante los primeros minutos nos costó, parecíamos oxidados y nos marcaron un
gol. Pero si algo tiene este equipo, es su capacidad de respuesta; cuando los
partidos se rompen, somos un vendaval. No somos los mejores atacando ni
defendiendo, pero da gusto vernos jugar (según dicen la mayoría de aficiones).
Están repitiendo los goles por el marcador. Veo como nuestros <i>supporters</i> lo han celebrado. A mí me
gusta hacer feliz a la gente. No hay mayor don que ese para un futbolista. Ese
es nuestro valor. <b>No el de tambalear un
mercado sino el de provocar sonrisas</b>. Esto no va de premios, egos y
trofeos; para mí, la idea está en conseguir que los aficionados se levanten
orgullosos al día siguiente.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Los pies empiezan a enviarme
señales para que me levante. Al <i>Glengettie</i>
le está costando, pero no es culpa suya. Juego con el filtro del té hasta que,
desenfocando la vista, encuentro junto a mis zapatillas un carné de socio.
Brillante como la nieve, era difícil no percatarse. Lo recojo y al darlo la
vuelta, identifico a Steven Hurst, un jovencito que se habrá llegado su
sentimiento <i>spur </i>adosado a sus
pulmones pero se ha olvidado el carné con el que no podrá volver a entrar a
White Hart Lane, al menos en el próximo partido.</div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Me meto el carné en el bolsillo y
me levanto. <b>Un último vistazo al
estadio, un último trago al <i>Glengettie</i></b>.
Soy un tipo afortunado. Este monstruo de cemento y césped que acoge un griterío
ensordecedor cada quince días, es mi casa. Y la gente con la que comparto mi
casa es mi familia. Voy a hablar con el delegado del equipo; mañana tras
entrenar voy a llevarle personalmente su carné a Steven. No creo que ponga
trabas, confía en mí. Él sabe que suelo tomar buenas decisiones, sobre todo
cuando estoy seguro de que la consecuencia será la sonrisa más sincera.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
@joseportas</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Artículo extraído del nºXV de Lineker Magazine:</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="http://es.calameo.com/read/0017097360744ef3c587f">http://es.calameo.com/read/0017097360744ef3c587f</a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2241342859704069190.post-88061944856511624782013-12-01T13:10:00.001+01:002013-12-01T13:10:32.831+01:00La película de la banda<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://www.ojodigital.com/foro/attachments/deportes-y-espectaculos/123605d1380551717-el-banquillo-el-banquillo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="266" src="http://www.ojodigital.com/foro/attachments/deportes-y-espectaculos/123605d1380551717-el-banquillo-el-banquillo.jpg" width="400" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Si el mes pasado intentábamos,
completamente en vano, ponernos en la piel de esos supervivientes entre
sentimientos, los entrenadores, este mes nos solidarizamos con aquel que
siempre está pero del que nunca se habla. El banquillo termina siendo el objetivo
más deseado para unos pocos y el apoyo, literalmente, menos reconfortante para
la gran mayoría. Andamos reflexivos en la redacción de LINEKER MAGAZINE. Será
la lejanía que nos separa de los momentos en que se decide la temporada; o
quizá sea el frío que nos evita empatizar con aquellos deseosos de calores
mundiales o de celebraciones coloridas. El asunto es que estamos en invierno, ahí
fuera hace mucho frío y nosotros preferimos lanzar la imaginación –que no las
campanas- al vuelo con una disertación sobre lo que supone ese antiguo amigo de
cemento, antes <i>rasgabicepsfemoral</i> y
ahora, por lo general, reconvertido al plástico más industrialmente generoso. <b>Sentémonos.</b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El banquillo es descanso. Es
reflexión, frío y espera. Ya sabemos el odio que le profesan la mayoría de s<i>uperprofesionalizados</i> ávidos de engordar
el palmarés del equipo con el relleno de la aportación individual; es ésta una
carrera en la que resulta mejor no preguntarse <b>si el protagonista busca el mejor sabor para el pavo o el mayor ego posible
para el cocinero</b>. La cosa es que el futbolista suele estar incómodo, sí. No
puede correr, meter goles ni pegar patadas; y con el gran hermano digital en
vigilia continua, tampoco le conviene rajar del entrenador ni parecer demasiado
amigo de los rivales.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Por cierto, resulta mucho más
natural el movimiento de los entrenadores alrededor de la banda. Tanto en las
entradas como en las salidas, deja caer el míster que se siente como en casa, <b>sabedor, eso sí, de que nunca ha tenido -ni
tendrá- las llaves de la propiedad</b>. Se mueven mejor en la banda ellos que
los jugadores y entablan con el dichoso área técnica una relación de mucha
mayor confianza y serenidad propia. Saben que la carrera de entrenador puede
extenderse en el tiempo de forma casi <i>hurtadiana</i>
y prefieren hacerse a su minipiso particular, al lugar donde dejarán la
botellita de agua y al espacio de esprint que utilizarán en caso de triunfo
instantáneo. Saben que su alquiler no admite opción a compra y se resignan a
vagar de hotel en hotel cuan soltero libre y deseado. Y es que tras años de
proyectar una imagen paternalista, el gremio de los <i>míster</i> seguramente haya recibido con una sonrisa a esos <i>bad boys</i> con cláusula de rescisión y
personalidad por encima de colores. En el siglo XXI, el entrenador puede molar.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Todo aquel que pise un banquillo
debe haber pisado antes el césped, admitiéndose mayor o menor éxito en la
contienda. Hemos hablado de jugadores y de entrenadores. Ahora bien, coloquen
en sus más profundos sueños aquellos futbolistas que saborean la parte final de
su carrera. Pueden ser todo raciocinio, de técnica divina o con tremendo
corazón. Imaginen esa cualidad en el banquillo. ¿Qué tendría un equipo dirigido
por Paul Scholes?, ¿cómo atacaría un Milan con Pirlo en el banquillo? Piensen
en la posibilidad de que Balotelli pudiera repetir el <i>efecto Simeone</i>. Excesivo, de acuerdo. O no. <b>La magia del banquillo es tan grande como la del propio fútbol</b>. Son
esas dos vidas unidas por un hilo de transición, tan fino e incierto que puede
causar desde la transformación personal más traumática hasta una segunda parte
tan brillante como El Padrino II. Aunque sería la tercera muestra de la saga el
motivo de mandar a Francis Ford Coppola a otro tipo de banco. <b>Tienen razón, ya es hora de levantarse.</b></div>
<br />
Editorial de Lineker Magazine nºXV:<br />
<a href="http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-no15-el-banquillo-de-principio-fin/">http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-no15-el-banquillo-de-principio-fin/</a><br />
<br />
Twitter: @JosePortas<br />
<br />
<br />José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2241342859704069190.post-7382192938592991242013-11-03T11:27:00.001+01:002013-11-03T11:27:27.707+01:00Imagine: El sol de Londres<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://hotwallpaper2013.com/wp-content/uploads/2013/05/Fernando-Torres-Chelsea-Europe-League-2013-HD-Wallpaper.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="225" src="http://hotwallpaper2013.com/wp-content/uploads/2013/05/Fernando-Torres-Chelsea-Europe-League-2013-HD-Wallpaper.jpg" width="400" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br />Imagino que un día así es
excepción en Londres. El sol no suele ser el principal motivo para sacar a las
familias inglesas a la calle. A pesar de no ser novedad, el ambiente hoy
parecía diferente; <b>se olía la
oportunidad</b>. Los rayos de claridad de la mañana parecían anunciar la
tormenta de la tarde; iba a ser dramática o reconfortante. Pero seguro que
resultaría extraordinaria. Tengo tanto olfato como instinto para estas cosas.
Sabía que hoy iba a pasar algo en Stamford Bridge.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
A las siete de la tarde, aún disfrutaba
uno de esa sensación tan mediterránea de <i>gozar
el frío del calor</i>, de saborear el “fresquito” que el resto de europeos no
llega ni a definir en sus diccionarios. A pesar de ello, decidí ponerme manga
larga por resultarme cómoda y por aquello de que no me gusta destacar. Sin
embargo<b>, todos tenemos algo que nos hace
diferentes</b>, un sello en el juego que jamás debemos perder. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La vida y el destino hacen que, a
veces, no recuerde esta premisa sobre el campo. Son muchos los condicionantes
en el césped. Un mal día con tu familia, una pelota demasiado juguetona, un rival
en racha…sin embargo, las sensaciones de hoy eran buenas. Apenas había tocado
un par de balones y me veía rápido. Hacía mucho tiempo que no respiraba tan
bien sobre el verde. Me sentía <b><i>muy animal</i></b>, llegaba al espacio antes
de lo normal y mis zancadas de los primeros minutos llegaron incluso a
impresionarme. A pesar de ello, me resistía a lanzarme a la euforia; preferí
continuar con el plan del jefe, el de correr por cumplir aunque sin disfrutar.
Seguía oliendo la chance.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Hasta que se presentó el momento.
Sin avisar, como en los buenos tiempos. Y sin sufrir como en los malos. De
repente, como si el sol siguiera brillando, mi regate, animado, se convirtió en
una chispa incontrolable para la defensa. Mi velocidad punta pareció redoblarse
ante el esfuerzo contrario. Y mi control…mi control me dio la mayor alegría del
día. El balón parecía cosido a mi bota como el sudor a la piel hace pocos veranos.
<b>Sólo entonces, sólo con esa sensación
tan maravillosa, me sentí superior</b>. La primera gran carrera supuso el golpe
inicial al contrario, no llevó mi nombre pero sí mi huella. El instinto me
seguía dejando llamadas sin tono, aquellas que producen más ansia de respuesta.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Minuto 90. La confianza me llevó
a presionar hasta la extenuación. La presión es esa carrera, más azarosa que
científica, que muchos piensan que premia al esforzado. Lo cierto es que la
suerte no existe; por lo general, la lotería de la presión le toca al que más
juega, al más veloz. <b>Recordándome noches
gloriosas de junios pasados, evocándome sensaciones, ya casi inéditas, en aquel
lado rojo de la vida, me abandoné a la carrera más esplendida</b>. Y marqué. O
el azar me marcó, si quieren verlo así. La tormenta había dictado sentencia. La
victoria de nuestro lado y el orgullo en mi interior. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Horas después, me relajo al aire
libre en una ciudad cuya respiración te acoge aún de madrugada. Algunos piensan
que lo de hoy es consecuencia del trabajo, de la constancia y de la suerte. Que
el tipo del banquillo, de vocación extirpador de depresiones de club, se ha
propuesto (y ha conseguido) sacarme de la mía. Y que de aquí a final de
temporada tendré alguna que otra tarde como esta. No se engañen.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Yo no pretendo destacar, pero soy diferente.</b> Yo voy a hacer de lo
extraordinario la normalidad. Porque hasta hace no mucho, así lo era. Porque
esa es mi identidad. Yo soy el sol de Londres.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Artículo extraído del nºXIV de Lineker Magazine:</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-no14/">http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-no14/</a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
@joseportas</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2241342859704069190.post-62059734841740282812013-11-02T19:40:00.000+01:002013-11-02T19:40:15.779+01:00El peor personaje de la historia<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://magazine.ucla.edu/features/bench-tales.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="176" src="http://magazine.ucla.edu/features/bench-tales.jpg" width="400" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Cuentan la anécdota en los
sumideros de la prensa española. En un momento relajado de la guerra de
tensiones que supuso la estancia de José Mourinho en Madrid, el entrenador
mantuvo un encuentro cordial con buena parte de la directiva madridista. En un
instante determinado, uno de los grandes mandos del club le preguntó por qué no
mostraba ante la opinión pública su cara más agradable, su perfil de Abel. El
portugués resopló y respondió: <b>“Porque
ahí fuera, en este mundo del fútbol, son todos unos hijos de puta”</b>.
Situaciones y realidades aparte, la contundencia de la idea queda fuera de toda
duda.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Tendemos a idealizar actitudes, a
dibujar personajes en este cuadro que es el fútbol, que admite tantísimas
tonalidades y que regala el entendimiento del juego sin contrastarlo en
exámenes ni pedir nada a cambio. En cada club, la historia es diferente. Y
aunque exista una muchedumbre de guiones por el mundo de este peculiar deporte,
los caracteres se acaban repitiendo cuan ojos de malvado de película de Disney.
Busquen un equipo de fútbol, revisen la alineación sobre el campo, lleguen al
banquillo y escalen sin esfuerzo hasta el palco. Encontrarán un chulo, un
corrupto, un chico de la casa (por lo general, de gesto inocente), un
extranjero -que ya es de la casa-, un foráneo (al que llamamos así porque si
fuera de la casa, sería ya un extranjero), un vividor, un profesional, un
simpático, un inconstante, un <i>cabraloca</i>,
un panadero –con ninguna pinta de futbolista-…ahora bien, <b>¿alguno de los que han recordado era el entrenador del equipo?<o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Siempre se remarca lo difícil que
es ser entrenador de élite. No lo suficiente. No existe personalidad capaz de
contentar a público desfogado, jugadores <i>vedettes</i>,
directiva <i>de corte inglés</i>, presidente
vanidoso y cuerpo técnico valiente sin sufrir una úlcera letal. Si además de
todo eso, logra resultados, caerá derrocado por el aura de envidia y la
etiqueta de <b>inhumano</b> que le
generarán a su alrededor. “<i>Demasiado
bueno para ser verdad. Será un cabrón. O un obseso sin vida personal. O las dos
cosas. Hay que alejarlo</i>”. Imagínense en el banquillo de uno de los grandes
de Europa y piensen en la actitud que tomarían, en el personaje que elegirían
ser.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Un entrenador es, por definición, un tipo que renuncia a cosas</b>.
Muchos abandonaron, bien o mal, el césped y saben que seguramente allí quedó su
mayor gloria; los de este estilo buscan más un compañero por lo que les queda
de vida profesional que un amante que les aporte nuevas sensaciones. Además, el
míster no puede permitirse el sentimiento y el desmán, el forofismo que suele
sufrir a escasos metros de su banquillo. No es una regla que se cumpla siempre
–de hecho, en la sala de prensa casi nunca-, pero a la hora de tomar decisiones
es cuando deben olvidar sus simpatías. Sin querer ser presidentes, acaban
renunciando a gastar más dinero en fichajes en pos de la salud del club, las
cuotas de los socios y la gira veraniega por Dubai.</div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Hablamos pues de un tipo
sacrificado que renuncia a los mejores papeles del estreno para ser el <i>punching ball</i> de la crítica. Ordena a un
jugador lo que él querría hacer mientras recibe las almohadillas del aficionado
que grita lo que a él le gustaría gritar y se prepara para firmar el finiquito
del presidente al que le gustaría aniquilar. En el próximo número de LINEKER MAGAZINE podrán leer un artículo sobre los honorarios de varios de los entrenadores más
conocidos del planeta. En este contexto futbolístico y económico de locura
permanente, <b>podríamos tender a pensar
que ellos, los más cuerdos, merecen también su parte del pastel.</b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Editorial de Lineker Magazine nºXIV:</b><br />
<a href="http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-no14/">http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-no14/</a><br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>@joseportas</b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2241342859704069190.post-46691979557489845382013-10-24T18:08:00.002+02:002013-10-24T18:08:24.557+02:00Dinero y resultados<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<img height="400" src="http://cdn.caughtoffside.com/wp-content/uploads/2013/10/Mesut-Ozil-Arsenal-Norwich.png" width="640" /><br />
<br />
Vivimos en la época de la
comunicación global, de la desaparición de la intimidad y de la <b>interdisciplinaridad</b>. La masificación
tecnológica nos ha permitido juntar las líneas, en este caso fuera del campo.
Un aficionado cualquiera puede chatear con un <i>supporter</i> de otro país para desacreditar a tal entrenador o a aquel
jugador y todo ello sin sospechar ni lejanamente que sus datos personales
pueden estar siendo pirateados gracias a lo ancha, profunda, enrevesada y
liberadora que resulta la red. Éste es el fútbol moderno, que se debate sobre
los nuevos bares de bits y con la eterna incomprensión humana como fondo de
pantalla. Dejen la empatía fuera y entren.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Dicen que el dinero no da la
felicidad. De acuerdo, puede transportarla a medio palmo del afortunado. El
matiz está en la palabra garantía. En términos futbolísticos…¿el poder
económico garantiza el triunfo absoluto, el objetivo? El aficionado tiene
derecho a exigir cuando encima de la mesa de fichajes se plantan cifras de
cientos de millones de euros. Ante la pasión de los colores, poca explicación
coherente se puede encontrar. El instinto deja los exámenes en blanco. Tampoco
hay que equivocarse. La afición no es soberana ni tiene siempre razón. Pero su
naturaleza y su derecho es precisamente ese mismo, <b>el de pedir a cambio de dar</b>. El de animar por ser excitado. El de
impulsar por padecer alegría a gusto del consumidor.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En el campo, cada jugador cumple
un trabajo. Fuera del mismo, debería suceder igual. Hoy en día, el aficionado
anima, opina, jalea, insulta, informa y hasta compra clubes. ¿Y la prensa?
Podríamos hacer un <i>copy&paste</i> de
los verbos anteriores sin prácticamente ninguna deserción, así que algo falla.
El componente emocional del fútbol tiene algo que nos lleva a pisar todos los
charcos, a jugar al cartero que hace pan, al panadero que aprueba leyes o al
alcalde que escribe noticias. Y si estamos hablando de pasión, emoción –
humanidad, en resumen- , ¿qué carajo pinta el dinero en todo esto? El día que
el dinero se eche el fútbol al bolsillo, estaremos acabados.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Mesut Özil</b>, uno de los futbolistas con más talento del mundo, ha
fichado por el Arsenal este verano y jugará en la Premier quién sabe cuánto
tiempo. El alemán era el chocolate más prohibitivo del Real Madrid; quizá el
único futbolista blanco por el que el Bernabéu entero hubiera pagado una
entrada. Se ha marchado por una millonada, la cifra no importa. En este mundo
de ideales aplastados, cierto sector de la prensa le ha acusado de rendimiento
inconstante y de vida excesiva – y nunca mejor dicho, con alevosía y
nocturnidad- . Como si el genio futbolístico apareciera siempre al frotar la
lámpara. Se detecta inquina y rencor infantil en algunas críticas. Huele mal la
falta de humanidad en los análisis de los supuestos expertos, bien experimentados,
eso sí, en servilismos al poder y, por ende, al poderoso caballero.</div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Özil será un inconstante como lo
es la vida. La mía y la de ustedes. Con sus valles y vaivenes pero siempre
presa de los sentimientos que padecemos y provocamos. No dejen que el dinero
allane su mente ni que la verde serpiente encantadora les convenza de que todo
tiene un precio. Somos humanos y la única garantía de nuestra condición es que
nos iremos tal y como vinimos. <b>En un
instante y sin una etiqueta colgando</b>. Hay dinero para pagar las setenta y
dos asistencias en tres años del irregular alemán. Pero no lo habrá para
comprar dentro de unos años un pedacito de memoria de cada aficionado del
Emirates que le verá jugar. Bienvenido, Mesut.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Editorial de Lineker Magazine XIII:</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-13/">http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-13/</a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2241342859704069190.post-14286707937811810622013-10-05T13:55:00.002+02:002013-10-05T13:55:38.662+02:00Imagine: El chino<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://content.mcfc.co.uk/~/media/Images/Home/News/Players/1011%20season%20first%20team/David%20Silva/David%20silva%20Generic%20Shot2.ashx" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="360" src="http://content.mcfc.co.uk/~/media/Images/Home/News/Players/1011%20season%20first%20team/David%20Silva/David%20silva%20Generic%20Shot2.ashx" width="640" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Imagino un hombre algo niño.
Mejor dicho, un niño que se atascó en el proceso de maduración. Hay individuos
que dan la sensación de quedar para siempre cubiertos por la protección
materna, simplemente por su aspecto. Despiertan ternura y le crecen las madres
por el mundo entero. <b>Y como madre no hay
más que una</b>, los aburridos que cumplimos la regla sentimos envidia de esos
suertudos, <i>edipos</i> de todo hombre, más
pródigos que hijos y que van robando el amor que debería repartirse
equitativamente entre todos los mediocentros mundiales nacidos con gesto de
gárgola. Pero cuando eres niño no razonas, te limitas a odiar lo que las
vísceras te señalan y a engullir lo que toca en el comedor. Aún sin reflexión,
ya notabas en el patio del colegio que él era diferente. Por física, por
química y por estática. Y es que el chico no paraba.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Unos ojos (casi) orientales en
las escuelas de los ochenta eran lo más exótico que habíamos visto muchos hasta
que nos llevaron a la gran ciudad. Y descubríamos el metro y lo que entendíamos
peligro entre pieles oscuras y personas muy grandes, de hombros continentales,
yo diría. Esa estrechez de miras, la física y real, dio lugar al que
posiblemente fue el mote de la década. Antes de que los aparatos de dientes
fueran <i>brackets,</i> antes<i> </i>de que las gafas de pasta fueran
tendencia en lugar de tortura, <b>todos los
barrios tenían un <i>chino</i></b>. O <i>txino</i> (entenderán que jamás tuvimos que
escribirlo). Y el <i>chino</i>, yo creo que
por genética, tenía el pelo más compacto e indespeinable del patio. Corría y
corría e incluso en los días más ventosos del otoño, al <i>chino</i> no se le movía ni un pelo de la cabellera. Y es que eso era
lo que hacía constantemente; correr, correr y correr. Lo malo para el resto es
que lo hacía con la pelota entre los pies. Empañando el típico tópico, la
llevaba pegada, cosida con ese maldito cariño que nos había robado de un modo
ilegítimo.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Seamos incorrectos y dejemos
justificar la envidia entre niños. Los pequeñitos más humanos no soportaban que
el chino pareciera desaparecido en el partido y, de repente, se presentara como
un rayo sin el preaviso del trueno. <b>Era
una sombra perfecta</b>. Y eso, por entonces, “no valía”. Se mostraba con la
fuerza que su delgadez escondía, con un gesto que denotaba esfuerzo pero nunca
límites. Nosotros pensábamos que era porque los chinos corrían más. Y punto. Él
partía con ventaja. Respecto a los regates con que nos humillaba o los disparos
con que decidía los partidos, no teníamos nada que decir. Así que le
insultábamos. Cuando comenzaba a llover el <i>Puto
chino</i> por el patio, se acababa el partido porque se acababa la fantasía. </div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Con el tiempo, algunos nos fuimos
retirando y asistíamos al partidillo casi mortificados, sentados y apoyados
sobre la pared; de repente, aquella fantasía infantil se convirtió en el sueño
de ser adulto. Correr detrás de un balón había perdido su encanto, correr
detrás del chino era directamente de gilipollas. No hacía falta ser Monchi para
darse cuenta de que había evolucionado muchísimo. Disparaba mejor, corría más
rápido y no te dejaba ni oler el balón. El cabrón seguía a lo suyo, <b>jugando como dios y hurtando besos y
miradas entre los muros de aquella cárcel de lápices</b>. Creo que queríamos
crecer para justificar nuestro odio hacia el chino, para razonar que la
perfección no mola. Pero, en el fondo, no queríamos su regate ni su
peculiaridad física. Lo que envidiábamos era que sabía pisar el freno de su
máquina del tiempo. Se sentía como un niño, mientras que nosotros, adultos
fumadores de voz flácida, le analizábamos alicaídos. Nunca asumimos que lo
mejor hubiera sido devolverle las paredes. Pero nadie quería renunciar a ese
oscuro placer maduro que es el odio. Y es que, en la Arguineguín de los
ochenta, odiar era compartir.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Twitter: @joseportas</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Artículo extraído del nºXIII de Lineker Magazine:</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-13/">http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-13/</a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2241342859704069190.post-17147882073581590522013-09-12T11:34:00.001+02:002013-09-12T11:34:12.085+02:00Imagine: Los focos sobre Mourinho<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://media.foxdeportes.com/photo/2013/05/02/05022013_head_mourinho_1367525008494_39436_ver1.0_640_360.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><br /></a><a href="http://media.foxdeportes.com/photo/2013/05/02/05022013_head_mourinho_1367525008494_39436_ver1.0_640_360.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="360" src="http://media.foxdeportes.com/photo/2013/05/02/05022013_head_mourinho_1367525008494_39436_ver1.0_640_360.jpg" width="640" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Había imaginado ese momento durante muchos años</b>. Sin embargo, no
había preparado nada, siguiendo un modelo contrario a su comportamiento
habitual, el de no dejar nada descubierto, como posible presa del azar. Pensó
que aquella tarde controlaría las circunstancias. Llegado el instante, dio unos
cuantos pasos y se plantó firmemente sobre el césped. El entrenador contrario
no había salido aún, así que aún no podía acercarse a saludar al banquillo
rival. Resopló ligeramente y, con el ceño fruncido, subió la mirada como quien
ajusta las luces de su coche. Paró el movimiento en los focos de Stamford
Bridge. La repetición no hace la memoria, así que se tomó su tiempo. Varios
segundos después, se giró e hizo un gesto de complicidad con su banquillo,
compartiendo ese guiño pícaro y ese salto de ojos tan irónico como
característico. En ese momento, las sonrisas surgieron en una de las bandas
azules de Londres. “<i>Ya estamos aquí</i>”,
parecían decir. Fuera o no nerviosismo, la escena daba para portada propia. Más
allá de la fotografía, él quiso buscar en su interior y volvió a fijar su
mirada en los focos. Se abstrajo y decidió esforzarse para recordar.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Comenzó a resonar en sus oídos el
apoyo unánime de un estadio entero. La lluvia de Londres sobre su chaquetón en
los gloriosos miércoles de Champions. Se acordó del idilio que estableció con
su corbata, más amante que esposa, de las carreras atravesando las áreas
técnicas de toda Inglaterra, del amor en los banquillos y del odio en las
ruedas de prensa. Rememoró los regalos en forma de resultados que el fútbol le
hacía por entonces; <b>la realidad del
comienzo de siglo era suya</b>. La verdad competitiva era su amiga mientras que
él se había convertido en el enemigo de <i>mirada
Disney</i> que otros clásicos necesitaban. Trabajadores y estrellas del fútbol,
por lo general de color rojo, fuera por la indumentaria de sus equipos o por la
sangre que él les provocó durante varias temporadas. Y recordó también al
holandés en la banda izquierda y al irlandés en la derecha. A Didier
resolviendo y a Frank templando. Imaginó con media sonrisa el palco. Aquel
palco. De repente, giró la cabeza y visualizó el banco dorado de aquel día, no
muy diferente del que se alojaba en su recuerdo.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Y entonces, se acabó el abrazo a la nostalgia</b>. Un tipo tan
preparado como él, había estado demasiado tiempo sin controlar el futuro, sin
sujetar el presente. Lo consideró su regalo de inauguración y comenzó a mirar
hacia delante. Se volvió de nuevo al banquillo y, no sin cierto alivio,
encontró cercanía y apoyo, le pareció su mejor amigo, la habitación más
acogedora del hogar de sus padres. Pensó que su nombre no entendía de
indiferencia, ni su presencia de imposibles. El costamarfileño por el español,
el brasileño polivalente, el hambre de los jóvenes, la ayuda de las vacas
sagradas…todo eran motivos para el optimismo. Así que volvió a enfrentarse al
césped del coliseo y, con la mirada levantada, se sintió querido. Había vuelto,
estaba en casa. Los focos, testigos sin secretos, le alumbraban a él. ÉL era el
protagonista. Como la afición y él mismo deseaban. <b>Como si nada hubiera cambiado.</b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Artículo extraído del nº12 de Lineker Magazine:</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-no12/">http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-no12/</a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
@Joseportas</div>
José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2241342859704069190.post-13679193994814717912013-09-04T18:04:00.000+02:002013-10-24T18:05:34.473+02:00La memoria del fútbol<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>El fútbol sin tópicos no sería lo mismo</b>. Más difícil de explicar,
de ingerir. Y aún más propicio para discutir. Son como esos huesos muy
mordidos, esos principios y finales, aquellas conclusiones que se extienden
sobre la mesa sin paliativos y con el objetivo de callar a los comensales. Uno
de esos clichés de taberna, y especialmente de vestuario, establece que el
fútbol no tiene memoria. Y a aquellos que nos gusta escribir la prehistoria y
reescribir la historia nos jode, nos machaca el inventario de razones con
verdadera autoridad y, lo que es peor, con la veracidad como arma. Pocos se
atreven a rebatir el mandamiento estrella del deporte del <i>Mikasa</i>. Pero siempre quedamos unos cuantos irreductibles, y no
necesariamente en una pequeña aldea gala.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Decir que el fútbol no tiene memoria es suponer que la vida no da
segundas oportunidades. </b>Intelectualizamos un juego que se define por meter
o no una pelota en un arco, moldeado por mil matices pero con una sola variable
en el resultado: dentro o fuera. El fútbol recuerda, efectivamente, si la
metiste o no. Y en base a eso, reparte revanchas como exámenes en junio o
septiembre. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>No me cabe la menor duda</b> de que el fútbol se acordará del
Manchester City cuando algún justiciero tenga que marcarle un gol de asombrosa
chilena al United. Podréis comprobar en este número como el deporte rey se
acordó de un exiliado de guerra para devolverle una vida plena en terreno enemigo. También ha regalado
un talento rebosante a los nuevos hijos de Bélgica, en un intento de devolver a
la élite a una selección puntera en los ochenta que ha vagado desde entonces
por un desierto de mediocridad. Incluso el deporte rey se pregunta quién fue el
original y quién el karaoke en la pareja formada por McGrath y Gascoigne.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>En LINEKER MAGAZINE llevamos más de un año </b>intentando evitar que el <i>efecto Delorean</i> del fútbol nos rebañe
las ideas. Relatamos un pasado sin predecir ningún futuro, más guiados por el
alma del trovador melancólico que por las prisas del corresponsal de guerra.
Durante doce meses y con la colaboración imprescindible de más de cincuenta
personas, hemos intentado crear una memoria colectiva que sirva de bien común.
Estaríamos muy orgullosos de mostrar una biblioteca de debate que provocara
sonrisas, lágrimas, derramamientos de cerveza…e incluso gestos de
desaprobación. También el teclado ofrece siempre revancha.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Que nadie os engañe</b>. El fútbol y todos nosotros tenemos memoria.
Gracias por el pedacito de pensamiento con el que habéis colaborado. Con él, habéis
dado forma al primer año de este proyecto. Y es que no olvidar es importante, pero
lo más valioso es recordar.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Editorial de Lineker Magazine XII:</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-no12/">http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-no12/</a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2241342859704069190.post-16436333957940019802013-09-03T10:26:00.001+02:002013-09-03T10:26:14.660+02:00Más que un futbolista<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://www.thetimes.co.uk/tto/multimedia/archive/00433/132770098_433323c.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://www.thetimes.co.uk/tto/multimedia/archive/00433/132770098_433323c.jpg" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Se crió en la calle y creció adoctrinado por el terror nazi. Sirvió a
su país persiguiendo refugiados y acabó como prisionero de guerra. Supo
reconvertir su vida, se dedicó al fútbol y convirtió un bando enemigo en un
hogar. Tras múltiples gestas y cientos de reconocimientos, ha muerto como un
símbolo de vida, paz y concordia. Esta es la historia de Bert Trautmann.<o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
No muchos futbolistas logran
conservar la capa de trascendencia con la que se les rodea mientras pisan el
césped. La historia que figura en los libros, la de fuera de los estadios, les
despoja de su nombre, etiquetándoles en la estantería de <i>Épica deportiva</i>, una categoría de cierto aire superficial pero no
muy falta de razón. Sin embargo, no siempre es así. Algunos hombres deciden
convertirse a la fuerza en personajes de ficción, atraídos por los retos que
han superado y animados por la determinación y el carácter que pueden
demostrar. Estos héroes clásicos se agarran fuertemente a su leyenda y la
impregnan de interés y de justicia retrospectiva, como el polvo se acumula en
las enciclopedias del salón familiar. Las grandes biografías se tiñen con el
color de la superación; Edmund Hillary dijo que “<i>no conquistamos montañas, sino a nosotros mismos</i>”. Como si siguiera
la reflexión del explorador neozelandés, <b>Bernard
Carl Trautmann ha vivido durante ochenta y nueve años conociéndose a sí mismo y
escrutando los caminos que el destino le ha ofrecido</b>. Y, lo que es más
importante, sabiéndose capaz de elegir.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Trautmann fue mucho más que un
futbolista. Asusta la diversidad de situaciones a las que se tuvo que
enfrentar. Soldado y prisionero durante el mismo conflicto. Odiado y querido en
las dos naciones con más presencia bélica del siglo XX. Criado y educado en
Alemania, maduró en zona de guerra y encontró trabajo, esposa y nombre nuevos
en Inglaterra (allí le rebautizaron como <i>Bert</i>).
Dentro del césped, pasó del centro del campo a la portería, de sufrir los
silbidos de miles de judíos a recibir la admiración de un estadio entero. Una
vez retirado, se colgó la etiqueta de viajero del fútbol al entrenar a
diferentes naciones africanas hasta que a finales de los ochenta decidió
quedarse a descansar en un pequeño pueblo de Castellón.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El sinfín de cuentos de Bernard
Trautmann comenzó a finales de los años veinte, cuando los ecos de la crisis
económica resonaban fuertemente en su núcleo familiar. Un joven atlético y en
plena búsqueda de personalidad se veía obligado a pedir en la calle e ir de
comedor en comedor comunitario en Gröpelingen, a las afueras de Bremen. Su
padre sobrevivía con un trabajo precario en el puerto mientras que su madre
cuidaba de Karl, su hermano pequeño. Siendo adolescente, <b>Bernard optó por la vía militar y se alistó en la Luftwaffe</b> (fuerza
aérea alemana en la época nazi). “Te alistas en honor de tus padres, para
defender su tierra. No para matar gente”.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Quiso entrar como intérprete de
morse, pero finalmente fue destinado como paracaidista en la II Guerra Mundial.
Durante el tiempo que pasó en el frente de Polonia, vivió un servicio
relativamente tranquilo y con mucho tiempo libre para practicar deporte. Sin
embargo, protagonizó un incidente que terminó con los brazos de un sargento
quemados y con Trautmann encerrado en el calabozo durante tres meses. La
primera parte de su cautiverio la pasó en el hospital militar debido a una
apendicitis aguda. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;">Paracaidista, suboficial y sargento alemán, acabó huyendo </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;">de todo rastro de guerra, incluido su propio ejercito</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En 1941 fue trasladado a la
franja este de combate; en Ucrania se encontraría con sus primeras semanas en
el frente donde comprobaría la dureza real de vivir una guerra. Los rusos le
capturaron pero pudo escapar. Tras ser nombrado suboficial y ganar la Cruz de
Hierro del ejército alemán, fue destinado a Francia. Una vez allí, participó en
el sufrimiento alemán por los bombardeos en Kleve (1944), aunque fue uno de los
pocos supervivientes. <b>Se quedó solo y
decidió emprender su marcha sin rumbo fijo</b>, intentando escapar de los
aliados y de los propios alemanes, que le fusilarían al considerarle un
desertor. Sin embargo, dos soldados estadounidenses le encontraron en un
granero; Trautmann escapó saltando una valla pero al otro lado le esperaba un
sargento inglés, encañonándole mientras le expendía irónicamente una invitación
a una taza de té.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Tras pasar varios meses en un
campo de prisioneros en Ostende bajo diferentes categorías de cautiverio (su
condición nazi no le ayudaba), el alemán terminaría en Ashton-in-Makerfield, en
Chesire (Inglaterra). Allí comenzaría a jugar de mediocentro en las pachangas
que eran comunes entre los prisioneros hasta que un día se lesionó y cambió su
posición con el portero. No se movería de los tres palos. <b><i>Bert </i>(Bernd resultaba difícil
de pronunciar para los ingleses) había dado, sin saberlo, uno de los pasos más
importantes de su vida</b>.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://news.images.itv.com/image/file/235519/image_update_ac2bbdf134e722a1_1374236484_9j-4aaqsk.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="224" src="http://news.images.itv.com/image/file/235519/image_update_ac2bbdf134e722a1_1374236484_9j-4aaqsk.jpeg" width="400" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Una vez libre, Trautmann rechazó
una oferta de repatriación. Según contó posteriormente, las mujeres fueron una
de las razones por las que permaneció en las islas. Alternó diferentes
trabajos, desde las labores de una granja hasta emplearse como conductor o en
una empresa de ladrillos. Comenzó a jugar al fútbol amateur y precisamente en
su primer club (St. Helen´s Town) conoció a la que sería su mujer, la hija de
la secretaria por aquel entonces. La estabilidad le trajo un gran
reconocimiento a su nivel futbolístico y una nueva vida profesional. Tras un
año en el St. Helen´s, el Manchester City le ofreció su primer contrato.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Bert llegó a Manchester en 1949
con muchas barreras que saltar. Y en este caso, tras el muro no le esperaba
ningún sargento inglés, sino los murmullos, la desconfianza e incluso la
indignación de miles de aficionados judíos. A pesar del buen recibimiento que
le otorgaron públicamente el rabino de la ciudad y el capitán del equipo, <b>las circunstancias hicieron muy incómodo el
comienzo de la estancia de Trautmann en Manchester</b>. Pitos, cartas de
protesta al club, amagos de boicot…además, al alemán le tocaba reemplazar al
símbolo local bajo los palos y antiguo combatiente inglés en la misma guerra
que él, Frank Swift, que se retiraba tras más de 500 partidos con el City.
Aquella temporada, los <i>citizens</i>
descendieron de categoría.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;">“<i>En este vestuario no existe la
guerra</i>”, Eric Westwood, </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;">capitán </span></b><b><span style="font-size: large;">del Manchester City al recibir </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;">a Bert Trautmann en su club</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Sin embargo, hubo un día a
destacar en aquel curso. La primera visita de Trautmann a Londres terminó con
los focos de la prensa sobre el portero alemán. El City jugaba en Craven
Cottage ante el Fulham. Bert comenzó el partido reprendido por el público,
sabedor de las noticias que llegaban de Manchester. Noventa minutos después,
tras varias paradas imposibles y una actuación portentosa<b>, los veinte mil aficionados londinenses y los jugadores de ambos
equipos despidieron a Trautmann con una ovación cerrada</b>. El Fulham había
sido muy superior, pero el marcador reflejaba un pírrico 1-0. El futuro
mostraba un poco de luz a Bert.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Los de Manchester subieron de nuevo a la First división y se hicieron un hueco entre los mejores equipos de Inglaterra. En 1955 perderían la final de la FA Cup ante el Newcastle. Pero el gran día de Bert Trautmann se retardaría una temporada más, de nuevo esa misma final pero ante el Birmingham City. En un partido marcado por los nervios, los <i>citizens </i>se imponían 3 a 1 en el marcador cuando en el minuto setenta y tres se produjo una importante incidencia.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://i.dailymail.co.uk/i/pix/2011/05/13/article-0-0089D4AC00000258-260_634x295.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://i.dailymail.co.uk/i/pix/2011/05/13/article-0-0089D4AC00000258-260_634x295.jpg" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Trautmann salió a tapar un balón
del extremo izquierdo del Birmingham, Peter Murphy, con tan mala suerte que la
rodilla derecha de Murphy impactó en el cuello del alemán. El golpe fue
terrible. Bert resultó fuertemente mareado, aturdido y muy dolorido. Por
entonces, no se permitían los cambios, <b>así
que aguantó hasta el final del partido sin poder ni siquiera girar el cuello</b>.
En esos diecisiete minutos restantes, el alemán realizó varias paradas de
mérito que engrandecieron su leyenda, además de sufrir otro choque con un
compañero de equipo y tener que ser reanimado para continuar jugando. Tras el
partido confesó que aquello fue como “jugar con niebla, no veía el balón”.
Trautmann estrenó su palmarés y celebró el banquete nocturno en el
desconocimiento de lo que sabría días después. Tenía el cuello roto, se había
dislocado cinco vértebras de la columna, rompiéndose la segunda y salvando su
vida por escasos milímetros. La lesión requirió de muchos meses de recuperación
y no le dejó volver al grandísimo nivel que había mostrado hasta entonces.
Además, poco tiempo después de la final, <b>Trautmann
perdió a su hijo John</b>, de cinco años, en un accidente de coche. Esta
trágica circunstancia acabaría desembocando en el divorcio con su mujer. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;">Un simple bache en el autobús </span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;">de camino </span></b><b><span style="font-size: large;">al banquete de celebración</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;">podía haber terminado con la vida de Trautmann</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Los años venideros, Bert asistió
entre premios y reconocimientos a su declive futbolístico. Fue el primer
extranjero en recibir el premio al mejor futbolista del año. Su Manchester City
fue reduciendo su rendimiento hasta descender de categoría en 1963. Un año
después, Trautmann dejó el City con un emotivo partido homenaje contra el
United con Charlton, Law y Best presentes. Tras un paso testimonial por
Wellington y Hereford (dos partidos y fue expulsado por mala conducta), el
alemán decidió iniciar su carrera en los banquillos. Stockport County fue su
primera parada hasta que, en 1967, volvió a Alemania, al PreuBen Münster. En
los setenta trabajaría para la federación alemana en países pobres sin
infraestructuras futbolísticas (Tanzania, Yemen, Liberia, etc.) llegando a ser
el entrenador de Burma. Su periplo terminó con su retiro profesional en 1988,
cuando se asentó en España.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://www.samaa.tv/NewsPictures/201372021135_samaa_tv.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="285" src="http://www.samaa.tv/NewsPictures/201372021135_samaa_tv.jpg" width="400" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>En una coqueta casa en la playa de Almenara (Castellón)</b>, Bert
Trautmann vivió los últimos años de su vida junto a su tercera esposa. Desde
allí, pudo trabajar en la <i>Fundación
Trautmann</i> para mejorar las relaciones entre Inglaterra y Alemania a través
del fútbol, llegando a recibir por ello la OBE del Imperio Británico. Él
siempre estuvo muy agradecido a los ingleses, por acogerle y ver en él un ser
humano antes que un prisionero de guerra, reconociendo sentirse “en casa” cada
vez que volvía a Gran Bretaña. Sin embargo, conservaba ese tópico orgullo
alemán cuando recordaba, en sus últimas entrevistas a <i>El País</i> y <i>Panenka</i>, las
27.000 personas que fueron a ver su debut en el filial del Manchester City. “He
seguido viendo los partidos del City. Es mi equipo”.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La tranquilidad de la zona, la
compañía de amigos alemanes (jamás aprendió español) y el buen clima le
ayudaron a tomar la decisión de quedarse en España. Se hizo propietario de un
viñedo y se dedicó a ver fútbol, dar paseos en bici –aún con dolor de su
lesión- y disfrutar de sus recuerdos. Como aquel concierto de la Filarmónica de
Berlín en el que se encontró con la Reina de Inglaterra y ella le preguntó por
su cuello. O como aquellas palabras en las que Lev Yashin le equiparaba a él
mismo.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://i.dailymail.co.uk/i/pix/2011/11/09/article-0-01BE08780000044D-754_468x286.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="195" src="http://i.dailymail.co.uk/i/pix/2011/11/09/article-0-01BE08780000044D-754_468x286.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El pasado 19 de julio, Bert
Trautmann falleció en su casa de Almenara a la edad de ochenta y nueve años. En
los últimos meses ya había padecido dos infartos, tras los cuales había
insistido en continuar con su rutina diaria. Y lo había hecho sin mirar atrás,
al igual que escapó de los dos bandos enfrentados en una guerra mundial. Y lo
había hecho sin complejos, como cuando se presentó bajo silbidos e insultos en
el césped de Maine Road para comenzar una nueva vida. Murió Trautmann entre
condecoraciones y satisfacción personal a pesar de haber recibido los peores
golpes que uno puede sufrir en vida. <b>Y
murió sin darnos la receta de cómo desterrar el odio y convertirlo en orgullo y
paz</b>. Quizás la respuesta se la dio la portería. Quizás siempre hay que
mirar hacia adelante.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://twentyfour7football.com/wp-content/uploads/2013/07/Bert-Trautmann.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="387" src="http://twentyfour7football.com/wp-content/uploads/2013/07/Bert-Trautmann.jpg" width="640" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Artículo extraído del nº12 de Lineker Magazine:</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-no12/">http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-no12/</a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2241342859704069190.post-35590168087690608862013-08-20T14:09:00.000+02:002013-08-20T14:09:20.153+02:00Buscando la llave<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; text-align: justify;">
<img height="356" src="http://backgroundhdwallpaper.com/wp-content/uploads/2013/05/David-Moyes-2013-David-Moyes-HD-Wallpaper-1080x607.jpg" width="640" /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Tuerzo ligeramente el gesto al
pensar en el dilema. De acuerdo en que estamos en la Premier League, aquel
lugar donde el fútbol llega al fondo y no se queda en la forma. Aquel verde, en
césped dentro y fuera del terreno de juego, donde el fin no suele justificar
los medios. Aquel intenso y precioso microcosmos donde asimilan que todo lo que
comienza, tiene por definición una terminación. <i>Football is life</i>. Nadie es eterno y siempre hay un sucesor. Más que
una historia, es la saga de nunca acabar. Ahora bien, <b>pasemos de la melancolía al pesimismo</b>. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Si obviamos la tranquilidad
y mesura habituales en Inglaterra respecto a la naturaleza de los proyectos y
sus objetivos, podríamos pensar en el enorme vacío que hay al otro lado de la
ventana por la que miraba Alex Ferguson. Y es que un habitual de Old Trafford
puede creer, con todo fundamento, que si resultará complicado cubrir el hueco
del escocés como guiñol mediático de la competición, podría ser trabajo
imposible de pintores y delineantes futbolísticos dibujar y colorear un nuevo
United tras el agujero negro que deja Ferguson. Veintiséis años de minería de
sabiduría.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
¿Quién manda ahora?, ¿quién
ficha? ¿Presionará Moyes al cuarto árbitro como hacia el <i>Sir</i>? Sin ánimo de infravalorar, ¿manejará adecuadamente los tiempos
en el trato de la plantilla que mejor mezcla aceite y agua? Lo importante no es
saber que Ferguson mandaba (y mucho), lo cual es de orden público. Se me antoja
que la clave estará en conocer <b>dónde y
cómo lo hacía</b>; resolver el modo en que un señor visceral y aparentemente
inexorable era capaz de tocar el acordeón diablo, a veces más y a veces menos
virtuoso, pero casi siempre infalible en sus notas. No tendrá más remedio Moyes
que acelerar el estudio del hábitat. Las relaciones con todos los niveles de
empleados, los ritmos del club, los protocolos acorde al puesto que ostentará.
Mientras lo haga, con muchos tictac de reloj y sin darse cuenta, quizá
encuentre -sin buscar- la clave que le acerque al triunfo absoluto, aquella
vieja lámpara con la que iluminar el rumbo del barco.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Lo complicado para Moyes es <b>que la llave que abre todas las puertas es
la misma que cierra el laberinto</b>. Se preguntará el bueno de David cómo mostrar
un nuevo y brillante trazado copiando las formas del anterior, grabado además a
fuego en la mente del aficionado mundial. Un tipo con pinta de buen muchacho y
de muchacho bien, de alumno avanzado, de padre enrollado y cuñado consejero (de
los de verdad, escasos) seguramente sabrá dar los pasos en la dirección
correcta y con la fuerza adecuada, aunque es más fácil admirar la sombra del <i>Sir </i>que escapar de ella. El peso del
tiempo y de la gloria alcanzada por Alex Ferguson recaerá en la espalda de
Moyes, guste o no. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Lo que no sabemos es si le causará dolor. Al fin y al cabo,
es simplemente un entrenador. Un hombre que manda correr, reparte petos y goza
de <b>una profesión en la que el mayor
triunfo es la ausencia de fracasos</b>. Un tipo generalmente odiado y, a veces,
respetado cuya misión consiste en ir saltando de apoyo en apoyo para no caer
ahogado entre insultos y presiones, como hacían aquellos supervitaminados
orientales en cierto programa televisivo de los noventa. Como ha hecho Sir Alex
Ferguson. Recuerdo los noventa. Vuelvo a torcer el gesto. Suerte, David.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
@joseportas</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Artículo extraído del suplemento especial sobre Sir Alex Ferguson de Lineker Magazine:</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="http://www.linekermagazine.es/lineker-special-sir-alex-ferguson/">http://www.linekermagazine.es/lineker-special-sir-alex-ferguson/</a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2241342859704069190.post-20532094609843020712013-07-26T13:03:00.000+02:002013-07-26T13:06:52.078+02:00Hablar sobre el silencio<div style="line-height: 16px; padding: 0px; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;">El silencio es un amigo. Es ese fiel compañero al que se le recuerdan cagadas inoportunas, pero que resulta difícilmente perturbable. Siempre ofrece lo mejor de sí mismo para darle a uno la tranquilidad necesaria, el reposo adecuado, como una máscara que todos necesitaríamos para dormir durante un día eterno. El silencio es un favor que no solemos agradecer.</span></div>
<div style="line-height: 16px; padding: 0px; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span></div>
<div style="line-height: 16px; padding: 0px; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;">Nos acostumbramos a definir reacciones, a sobreactuarlas o, de un modo casi obsceno, a etiquetarlas. Y todo ello en la celebración pública del ruido, en la tozudez mediterránea de la expresión, lo que muchos definen como "la alegría de la vida". Hablo de gritos, de llantos solidarios, de acusaciones y de respuestas <em>kleenex</em> purgadas entre toneladas de decibelios en terrazas anónimas y virtuales.</span></div>
<div style="line-height: 16px; padding: 0px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="line-height: 16px; padding: 0px; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;">Sin querer parecer intolerante ni cambiar la realidad cultural que nos rodea, servidor se pregunta lo qué pasaría si estudiáramos el silencio. Si fuéramos capaces de compartirlo, de entendernos sin palabras, en ese terreno áspero y baldío donde los españoles nos movemos como hipopótamos en el desierto, donde cualquier inocuo monosílabo es una gota de agua bendita. No sería competencia, sino aditivo. </span></div>
<div style="line-height: 16px; padding: 0px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="line-height: 16px; padding: 0px; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;">Podría ser un silencio diario o uno circunstancial, uno personal o eventual. Podríamos hablar sobre el silencio, como quien amuebla una casa sin perder los cimientos. Estaría bien pasar de considerarnos buitres territoriales, aislados en roquedos y rodeados de nuestra individualidad, a vernos como gaviotas sobrevolando el mar, como compañeros de viaje de la película más real.</span></div>
<div style="line-height: 16px; padding: 0px; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="line-height: 16px; padding: 0px; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;">Invita a pensar sobre ello. Y a hacerlo en silencio, lo que es una gran compañía. Es agradecido, como la brisa que refresca un funeral en julio. Y es necesario, un repostaje de sensaciones que resulta fundamental aquellos días en los que la vida escupe hacia arriba. Creo en el silencio como el mejor apretón de manos, como el contrato más legal o como la ayuda más efectiva. Incluso como placebo de las palabras que sobran (que en ciertas situaciones, son todas).</span><br />
<br /></div>
<div style="line-height: 16px; padding: 0px; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;">Resulta paradójico reivindicar un silencio aporreando groseramente un teclado. Pero como dije al principio, el silencio es un amigo, no me lo echará en cara. Recomiendo tratar con él.</span></div>
<div style="line-height: 16px; padding: 0px; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span></div>
<div style="line-height: 16px; padding: 0px; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;">Y es que podéis creerme. En ocasiones, lo mejor es callarse.</span><br />
<div style="font-size: 13px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span></div>
<div style="font-size: 13px;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span></div>
</div>
José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2241342859704069190.post-23472606664795487892013-07-08T11:33:00.001+02:002013-07-08T11:33:32.549+02:00Imagine: Salto de fe<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<img height="360" src="http://img.irtve.es/imagenes/pellegrini-muchos-creian-teniamos-posibilidades-aqui-estamos/1352244634796.jpg" width="640" /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><b><span style="background-color: white; font-size: 10pt; line-height: 115%;"><br /></span></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><b><span style="background-color: white; font-size: 10pt; line-height: 115%;"><br /></span></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><b><span style="background-color: white; font-size: 10pt; line-height: 115%;">Imagino que se lo explicaron en algún momento de
su vida</span></b><span style="background-color: white; font-size: 10pt; line-height: 115%;">. La educación, el respeto,
el trabajo y la actitud adecuada. Conceptos utilizados para construir un
edificio pero generalmente insuficientes para amueblarlo. La proteína del
hombre no asegura el triunfo. Lo que antiguamente se conocían como valores se
ha extinguido con el paso de los años, engullidos por la falta de barreras, la
educación sin tiempo y la información sin comunicación. Lo que se conoce como
los efectos menos beneficiosos de la democracia menos hiriente. Tantos “menos”
y “sin” no pueden ser buenos.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; font-size: 10pt; line-height: 115%;"><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; font-size: 10pt; line-height: 115%;"><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;">A
pesar de presentarse aquella noche con el aval de su ideario perfectamente
claro, le iba a costar al míster contener sus instintos y no envenenarse a sí
mismo. Era uno de esos momentos en los que todos nos preguntamos el motivo de
que nos sucedan ciertas desgracias, el porqué de padecer decisiones discutibles
y giros caprichosos de suerte. <b>Hay gente
que piensa que el azar es duro con aquellos que pecan de buenos</b>. De
silenciosos o de complacientes, incluso de tibios. En el fútbol también pasa.
Los mártires se crean solos.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; font-size: 10pt; line-height: 115%;"><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; font-size: 10pt; line-height: 115%;"><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;">El
entrenador caminaba parcialmente deshecho por el túnel de vestuarios. Se intuía
cierta endeblez en su movimiento, un desaire a su formalidad y a la injusticia
que, en opinión de la afición, había sufrido su equipo. Retenía sus impulsos,
escondía sus puños, mostraba su sonrisa de un modo constante y nervioso, como
quien acaba de subir por primera vez a la montaña rusa más peligrosa.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; font-size: 10pt; line-height: 115%;"><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; font-size: 10pt; line-height: 115%;"><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;">Apoyó
su cuerpo en el pasillo antes de hacer acto de presencia en la rueda de prensa.
Daba la sensación de que el cuerpo respiraba porque su dueño le dejaba, forzado
e insurrecto a dejarse llevar por la maquinaria. Decenas de piernas recorrían sin
parar aquel doloroso pasillo como un torrente sanguíneo alterado. Pero, para el
entrenador, el tiempo se había detenido. Buscaba respuestas pero no tenía claro
qué preguntas formular, así que se dio un minuto para pensar en sí mismo. Para
recordar su carrera y preguntarse el porqué de sus cimientos. Intentó recordar <b>por qué había antepuesto siempre la palabra
al grito, por qué prefería esconderse tras el humo de las bombas ajenas a
lanzar las suyas propias.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; font-size: 10pt; line-height: 115%;"><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; font-size: 10pt; line-height: 115%;"><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;">En
esos segundos, concluyó el entrenador que lo suyo era un cuento de hadas entre
redes, una especie de utopía clásica que sobrevive en la sociedad de las
conspiraciones por <i>whatsapp</i>. Le
pareció bonito y digno de mención. Le pareció tan ingenuo como elegante. La
pareció un camino tan precioso que siempre existirían tramposos, vagos y <i>prácticos</i> que le pondrían barreras. Pero
para eso estaban los caballeros como él, para saltarlas y abrumar con su fe. Replanteándose
si había elegido la profesión correcta, el míster entró en la sala de prensa,
se sentó, aclaró su garganta y ante la primera pregunta respondió:<o:p></o:p></span></span></div>
<br />
<div class="MsoListParagraph" style="margin-left: 14.2pt; mso-add-space: auto; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -14.2pt;">
<span style="font-size: 10pt; line-height: 115%;"><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoListParagraph" style="margin-left: 14.2pt; mso-add-space: auto; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -14.2pt;">
<!--[if !supportLists]--><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><span style="font-size: 10pt; line-height: 115%;">-<span style="font-size: 7pt; line-height: normal;"> </span></span><!--[endif]--></span><span style="background-color: white; font-size: 10pt; line-height: 115%;"><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;">Han sido mejores, no tengo nada que objetar.</span><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoListParagraph" style="margin-left: 14.2pt; mso-add-space: auto; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -14.2pt;">
<span style="background-color: white; font-size: 10pt; line-height: 115%;"><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoListParagraph" style="margin-left: 14.2pt; mso-add-space: auto; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -14.2pt;">
<span style="background-color: white; font-size: 10pt; line-height: 115%;"><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoListParagraph" style="margin-left: 14.2pt; mso-add-space: auto; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -14.2pt;">
<span style="background-color: white; font-size: 10pt; line-height: 115%;"><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;">Artículo extraído de Lineker Magazine 11:</span></span></div>
<div class="MsoListParagraph" style="margin-left: 14.2pt; mso-add-space: auto; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -14.2pt;">
<a href="http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-no11/">http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-no11/</a></div>
<div class="MsoListParagraph" style="margin-left: 14.2pt; mso-add-space: auto; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -14.2pt;">
<span style="background-color: white; font-size: 10pt; line-height: 115%;"><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span></span></div>
José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2241342859704069190.post-33471446312028613072013-06-03T19:25:00.001+02:002013-06-03T19:27:50.886+02:00Imagine: Beckham, el humano<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br />
<img height="360" src="http://www.ctvnews.ca/polopoly_fs/1.1284101!/httpImage/image.jpg_gen/derivatives/landscape_960/image.jpg" width="640" /><br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Imagino que no hay cansancio sin
esfuerzo, como no existe la riqueza sin la pobreza. La presencia del término
medio no se entiende sin el egoísmo de los extremos, reflejos de miserias y de pecados
y espejos de la <b>condición humana</b>. La
percepción de altitud que tiene un piloto no puede ser la misma que la
concebida por alguien que jamás ha volado. Y precisamente de alturas vamos a
hablar, con la diferencia de identificar el objeto volador y, ya que estamos,
el responsable de elevarlo a la soledad más bella. Aquello ocurrió una tarde de
septiembre en el sur de Europa. Lo llamaré <b>“aquello” </b>pecando de simplista, me disculparán. Fue un golpeo, una idea. No fue necesariamente
lo mejor que exhibió a lo largo de su carrera, pero con el tiempo se ha
convertido en la postal de recuerdos que tengo de este ya exfutbolista.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Se movía siempre como una gacela,
ansiando libertad. Y aquella tarde no fue una excepción. Corrían ríos de tinta
alimentados por los debates externos sobre la posición más adecuada para
realizar su trabajo. Él, ajeno a ello (por desinterés o por causas idiomáticas,
vaya usted a saber), iba a mostrar lo que siempre supo hacer mejor que nadie.
En pleno ataque y entre trote y trote por la banda, recibió un balón suave del
tipo con el que compartía demarcación, sueldo, padrino y -apuesto que- crema de
afeitar. En ese preciso momento, comenzó.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En apenas una décima de segundo,
la mirada encontró su objetivo. Sin dejar de avanzar, ejecutó el movimiento de
golpeo más maravilloso visto en este siglo. <b><a href="http://www.youtube.com/watch?v=yoHicfKqJ3k">La perfección hecha armonía</a>.</b> Más sutil que rápido, más preciso que
veloz. Y sin embargo, sucedió en apenas un instante. El 23 mandó el balón a
unos cuarenta metros de distancia, con una trayectoria diagonal al rectángulo
de juego y con la caída planeada (y ejecutada) en la paralela al punto de
penalti, ligeramente escorada al lado izquierdo. Tras menos de dos segundos en
el aire, el objeto volador caía “casualmente” a los pies del maestro francés,
agradecidos ambos de encontrarse en el lugar y momento adecuados. Lo que pasó
después es otra historia dominical de final feliz.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La característica que más destaca
en aquellas personas que alcanzan la élite profesional es, sin duda, la <b>naturalidad</b>. A veces nos asombra
comprobar la apariencia de normalidad con la que algunos firman tratados de
paz, descubren vacunas, actúan en estadios repletos o marcan goles en finales.
Bendita llaneza con la que nos damos cuenta de que los detalles completan la
vida, la nuestra y la suya. Bendita imaginación con la que me convenzo de que
estrellas, como el aquí recordado, hacían del trabajo diario su gasolina;
tiraban de orígenes para recordar el sudor, base y componente de su estatus.
Luego, durante, y alrededor, vino todo lo demás. Pero abandonen la
superficialidad para echar un vistazo al fondo. Aquel que nos dice que en el
libro de instrucción de vuelo, el primer capítulo nos ayuda a fijar los pies en
el suelo.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Todos somos iguales ante un
balón. Pero a la hora de golpearlo, dentro de los superdotados, hay un hombre
que ha hecho del proceso la mejor película, de la fotografía la pintura más
admirada. Todo muy manual, sumamente artístico, demasiado elegante para
emparentarlo con silogismos industriales.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Ya no habrá más carreras del 23.
Ha decidido disfrutar de la libertad sin fin, golpear cuando le plazca, vivir
de su don sin explotarlo como hasta ahora. De lo más natural, como las lagrimas
en el cielo. <b>Imagino que los balones
lloran porque no volverán a volar como antes.</b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Artículo extraído del nºX de Lineker Magazine:</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-no10/">http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-no10/</a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2241342859704069190.post-14584194746026205812013-05-22T00:48:00.002+02:002013-05-22T00:48:26.530+02:00Leighton<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://d25yla7xp697oa.cloudfront.net/assets/_files/cached/apr_12/590x330/efc__1335130170_baines.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="356" src="http://d25yla7xp697oa.cloudfront.net/assets/_files/cached/apr_12/590x330/efc__1335130170_baines.jpg" width="640" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Leighton fue un niño cortado.</b> Le encantaba el fútbol, era su
válvula de escape para esa burbuja que todo chico se crea; sin embargo, su
timidez le provocaba problemas para pedir jugar en el recreo y llegó incluso a
retardar su entrada en el equipo del colegio. Aún así, acabó cogiendo ese tren.
Y es que a Leighton le gusta viajar y, sobre todo, mirar, observar desde su
peculiar idea de este deporte. Para él, el fútbol no lo es todo. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Y ahora, Leighton se considera<b> un tipo afortunado</b>. Con su mirada
desprendiendo desconfianza, sus pensamientos resultan más afables. Sabe que ha
tenido suerte y por eso <b>expresa
continuamente su agradecimiento</b> a Sid Benson, el ojeador que le llevó al
Wigan, y al propio club y afición <i>latic</i>.
Leighton sabe que ahí comenzó el viaje y que los cinco años que pasó en la
ciudad norteña le ayudaron a ponerle perspectiva a todo lo que vive hoy en día.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Nació en Liverpool y <b>se siente <i>scouser</i> como pocos</b>. Se toma a risa los problemas de filosofía
deportiva que provocó en su hogar al fichar por el Everton. La familia entera
de Leighton era aficionada del Liverpool y continúa siéndolo…<b>excepto su padre</b>. John Baines, albañil
de profesión, decidió enfundarse la bufanda del Everton en cada partido que
juega su hijo. El resto no muestra compasión alguna por el futbolista de la
familia. Leighton afirma que “<i>cuando eres
de Liverpool, eres de un equipo o de otro. No de ambos. Eliges un equipo y
continúas con él hasta el final. Eso es así</i>”.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Como si su melena estacional le
hubiera, paradójicamente, abierto los ojos, Leighton tiene como principal hobby
<b>la música</b>. Bob Dylan, The Beatles,
Pink Floyd o Paul Weller resuenan continuamente en su cabeza y en el blog
oficial del Everton en el que escribe. Su mujer confiesa que subir en el coche
de Leighton es como viajar en el tiempo. Y es que es de conocimiento público su
apariencia de <b><i>Doctor Who</i></b>, como si nos mostrara que viene de otro lugar donde
las prioridades son otras. Un sitio donde el fútbol es sólo un medio de
disfrute y nunca el fin.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Como decíamos al principio,
Leighton sabe que no todo es fútbol. Y aunque, en ocasiones, se le ha tachado
de poco ambicioso, su mirada aviesa reconoce un horizonte lejano, marcado por
cierto carácter juguetón. Munich, Manchester…sea como fuere, Leighton lo
afrontará con la <b>naturalidad</b> que le
caracteriza, como cuando reconoce que se encerraba en el cuarto de su hermana a
escuchar a las Spice Girls. ”<i>Nunca sabes
cómo de cerca está el punto en que debes bajarte del tren. En realidad, nadie
lo sabe</i>”.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2241342859704069190.post-62452086234315140572013-05-13T13:04:00.003+02:002013-05-13T13:04:32.303+02:00Imagine: El carraspeo<br />
<div class="MsoNormal" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Imagino que el cuerpo entiende
más de lo que sucede <i>ahí fuera</i>. <b>Y no miente</b>. Es caprichoso y hasta
ególatra; se lesiona cuando más lo necesitas y se vuelve hiperactivo cuando debes
descansar, como una mascota a la que hay que alimentar a su antojo. Una locura
incontrolable, vamos. Cuando las cosas van mal, tienes ese carraspeo. Cuando
las cosas van mal (que es un aforismo de ir muy por debajo en el marcador) el
cuerpo se destensa, se cabrea más que tu mente por difícil que parezca. Y
cuando llega el silbido final, el carraspeo de los días de resfriado se
agudiza, por veraniego que luzca, por húmedo que fluya. Ese carraspeo que
intenta ortodoxa y fracasadamente evitar el paso del enfado muscular a la
patología mental; pero al fin y al cabo, el cuerpo no tira piedras contra su
propio tejado y, como el ejército mejor armado, requiere de la mayor
uniformidad para tomar decisiones. En el minuto que va desde el pitido final
del árbitro hasta el primer halo de sombra del túnel de vestuarios, se concreta
la ósmosis de malestar en tu interior. Te sientes hecho una mierda y, además,
quieres estarlo. <b>No hay engaños</b>.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://d12nfihn4mbl66.cloudfront.net/wp-content/uploads/2013/05/Wigan-City-FA.jpg?119b56" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://d12nfihn4mbl66.cloudfront.net/wp-content/uploads/2013/05/Wigan-City-FA.jpg?119b56" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Siempre fuiste un tipo
constructivo. Para ti nunca se pasan momentos críticos, sino que se preparan
los preludios de los buenos. Es por eso por lo que no dramatizas. No lloras, no
tuerces el gesto y ni se te pasa por la cabeza teatralizar una derrota, por
mucha fuerza con la que angustie a tu sistema digestivo completo. Siempre
pensaste que gritar es una pérdida de energía y que saber perder es más práctico
que llorar. Así que por el camino al túnel, das la mano a todo aquel que te la
ofrece. Incluso acabas estrechándosela a algunos miembros del cuerpo técnico
contrario. Gente de la que no conoces la más mínima de sus labores sobre el
campo de fútbol. Y, aunque parece darte igual, comienzas a <i>hipocondriar</i> la derrota. Pasan tres crecientes segundos en los que
crees de un modo ferviente que <b>te falta
carácter</b>. Esa sensación de verdad que sólo has sentido cuando tu padre te
habla en serio o cuando estás dominado profundamente por el alcohol. ¿Por qué
les das la mano? Asimilas tanto este <i>nuevo
viejo</i> mandamiento que sientes hormigueos en las manos, como el que ha
recibido una mala noticia. Eres un blando.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
A cinco metros del túnel, la
nueva fe se muestra invisible y dominadora como la bruma del desierto. Levantas
la vista y buscas un apoyo en la grada, una palmada en el hombro, un minuto en
el tiempo. Pero <b>la ayuda no llega</b>.
El cuerpo te convence de que te cuesta respirar y te roba las respuestas a las
preguntas que no quieres hacerte. El carraspeo se acentúa y cementa tu
respiración. Y como la marioneta peor maquillada, giras la cabeza a la derecha
sin conocer el motivo. Te recibe el entrevistador a pie de campo. Para algunos
es la claqueta inicial. Para otros, simplemente el periodista más cercano. Para
ti ahora mismo es peor que todo eso. La avispa de la piscina, el metrobús
imantado, el trozo de carne con hueso. El cuerpo lo sabe y cuando te dispones a
responder amargamente a las estupideces de turno, te impide hablar. El dique
que ha montado en tu traquea no te deja conectar palabra. Cuatro segundos
después, te disculpas con el entrevistador y enfilas el túnel, agradecido a tu
cuerpo, al fiel compañero que te salva sin perder valor, que te permite una
salida de total integridad. Sin lágrimas, sin artificialidad. <b>Sin mentiras</b>.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
@joseportas</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Artículo extraído del nºIX de Lineker Magazine:</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-9/">http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-9/</a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2241342859704069190.post-82664727005728000622013-04-16T12:29:00.003+02:002013-04-16T12:29:59.303+02:00Tratado de un pesimista<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOhuwTm6y47YbdGuwITx0bKvKFNRKcD5WCNmElZPt_S6uvt1n3IrTMbC3xifbyJGZ66hyphenhyphenQUoWMKzH58ZLGazAYEVw_Qt7vVO0W1Hpmrc3tI5TPjLodz9Kek0IaEMD0Gl6UIERDoiH4dqIM/s1600/carcel.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="280" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOhuwTm6y47YbdGuwITx0bKvKFNRKcD5WCNmElZPt_S6uvt1n3IrTMbC3xifbyJGZ66hyphenhyphenQUoWMKzH58ZLGazAYEVw_Qt7vVO0W1Hpmrc3tI5TPjLodz9Kek0IaEMD0Gl6UIERDoiH4dqIM/s400/carcel.jpg" width="400" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La palabra de hoy es <b><i>mal</i></b>.
Y es que algo va mal. Puestos a repetirnos, el mal siempre ha estado ahí. Presenció, presencia y presenciará. “<i>El mal está ahí
fuera, acechando</i>”, te decían de pequeño. Bueno, en realidad no con esas
palabras, pero eso te daban a entender con la protección que ejercían sobre ti.
En los ochenta, uno crecía con el mal como figura lejana; estaba, pero no lo
veías, existía pero no lo notabas. La blancura de Disney y la, por entonces,
agradecida deferencia con la inocencia infantil te hacían imaginártelo más que
presenciarlo.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Los primeros pensamientos razonados visualizan el mal como <b>un demonio ajeno</b>, algo oscuro, una
cualidad que no es de nadie y susurra hablando consigo mismo bajo un árbol y
escondiéndose de los demás, como un indígena que escapa convencido de su
extinción forzada y de su marginalidad. Pero al final, inevitablemente uno crece y empieza a toparse
de bruces con él. En el bosque hay muchos defenestrados y pocos árboles tras
los que esconderse. Y cuando dejas atrás la infancia, llega la curiosidad, el
riesgo o el placer, que te venden como algo a evitar <i>porque son malos</i>, pero tú, como por entonces eres idiota, te
confundes.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Tu cerebro lo modela en forma de
brazos levantados o injusticias sociales, lo imagina durante clases de tono
unánime, lo presencia en forma de metástasis acelerada. Entonces, empiezas a
creer que el mal es un tipo de capa gelatinosa que recubre el mundo entero a
imagen y semejanza de su némesis (no me queda claro que podamos llamarlo <b><i>bien</i></b>);
son dos caras del mismo objeto, un par de versiones distintas, enfadadas entre
sí, pero ambas pertenecientes a una realidad siempre ambigua.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Al fin y al cabo, vivimos en un
mundo turbio lleno de paradojas y contradicciones, algunas curiosas y otras
simplemente hirientes. Nos ha tocado presenciar y protagonizar la era de las comunicaciones
y apenas hablamos. Estamos en la época de la información y no se informa. Hoy
en día, tenemos la formación, educación y comprensión necesarias para avanzar
todos en la dirección correcta. Sin embargo, las flechas de movimiento y
mentalidad suelen enfrentarnos los unos a los otros. Reclamamos individualmente
sensibilidad frente a sucesos desgraciados a través de impuestos de cifras. Te
piden empatía a partir de un determinado número o nacionalidad de muertos y lo
llaman <b><i>justicia</i></b>. Un mundo que establece y busca prioridades de sangre
es un mundo enfermo. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Nos hemos embarcado en una
carrera económica, elitista y sin sentido, con las manos llenas de necesidades
y comodidades que vamos perdiendo como gotas de sudor sin diferenciar unas de
otras y creemos tener la autoridad moral para denunciar que algunos se han
quedado atrás en esa carrera y señalar a los culpables. Resultan ser los hijos
de los fundadores de la competición cuyas reglas aceptamos la enorme mayoría.
No dejamos de confundir practicidad con utilidad, avaricia con progreso,
egocentrismo con desarrollo personal y trabajo con dedicación. Los inútiles destrabajan,
los preparados desocupan. Este mundo lleva tiempo siendo un mundo de mierda porque ya nadie hace algo <i><b>porque sí</b></i>. Convertimos la queja en nuestro modo de vida y nos
olvidamos de que nuestro discurso es nuestra tarjeta de presentación con todos
aquellos que pasan un solo segundo en nuestra compañía. Se habla de lo profundo de la crisis económica y no de lo hondo que hay que excavar para llegar a vislumbrar los valores que nos hacen dignos y que la agresividad de nuestra sociedad ha enterrado gradualmente.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Celebramos lo más dantesco de
nuestra condición. Alzamientos en guerras, cabezas cortadas, victorias de
posesión…ya uno no sabe ni cuándo es fiesta ni el porqué de cada una. La
personalidad humana ha llegado a tal umbral de miseria que convertimos la
tristeza en nuestro motor de crecimiento e inspiración. Las mejores películas
deben ser, por definición, dramáticas. Las críticas musicales más benevolentes se
dirigen a aquellos que arrastran su sentimiento en letras embarradas que te
hacen sentir como un pedazo de mierda. Duele ver cómo las imágenes destacadas de
cada año se basan en el dolor en los países en guerra, en la proyección del
sufrimiento familiar como foco de repartición de sentimientos. A todos nos debe
parecer la mejor, la que más nos conmueve. Y poco a poco, lo extraordinario se
convierte en normal.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Anoche una imagen me perturbó el
sueño. Unas bombas provocaron el caos en Boston, una ciudad que siempre me ha
gustado. Tiene alma, color y carácter. El foco de aquel suceso fue la llegada
del maratón internacional. Uno, que sigue siendo el mismo ingenuo de los
ochenta, continúa pensando en el deporte como la faceta más alejada de cualquier
trazado bélico de nuestra vida. Dejando de lado los instintos competitivos de
unos pocos locos que llegan a convertirlo en su profesión y los fanatismos estúpidos
de aquellos incompletos, el deporte es <i>bien</i>.
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Es superación sana y adicional, es
conciliación y diversión, es el significado endémico de la palabra <i>deportividad</i>. La maratón se fundó como
una alegoría de la superación humana y no ha perdido ni una pizca de
peculiaridad en la época moderna. Se trata de una fiesta que acepta hombres, mujeres,
niños, adultos, profesionales, aficionados, católicos, musulmanes, banqueros,
desahuciados, etc. Y lo hace sin pedir identidad y exhibiendo alegría y
colorido en un día colectivamente reconfortante, en una especie de celebración <i>eurovisiva-deportiva</i> pero de mucho mejor
gusto.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Y de repente aparece el mal. Ayer
en Boston y todos los días en otros muchos lugares. Y recuerdas que te
escondían de él, que te hacían imaginártelo. Te alejaban de la parte podrida
del mundo porque te decían que el mundo es injusto. Pero tú, ahora, enarbolas
la bandera de la rendición. Con el nihilismo como principio y la hartura como
mecha, dices basta. El mal gana, como en las pelis buenas. Y ya no tienes la
sospecha, sino la certeza de que el mal no está ahí fuera, acechando. <b>El mal está dentro</b>. De todo y de todos.
De ajeno no tiene nada. Y como buen tapado, revienta constantemente a los pobres bienintencionados. Dejemos en paz al mundo, que ofrece lugares y momentos
maravillosos y no tiene la culpa de que una especie avariciosa, arrogante y profundamente
contradictoria lo haya adulterado.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La imagen que ayer me peleaba el
sueño era la de una niña de ocho años fallecida en el momento de la explosión
en la meta de la carrera de Boston. La fotografía no era del día de ayer, sino
de una carrera anterior, la típica que se incluye adjunta a la noticia de cientos
de medios y que prefiero no reproducir aquí para no amargar el día o el café de
nadie. Es tan fácil ver, oír o sentir lo que marcha mal en el día a día que
apenas recuerda uno lo bueno que tenemos. Y esa cara comienza a desertar. Empieza
a ser, ya es, algo ajeno, suplantada por la dura realidad, escondida detrás de
un árbol junto a la ingenuidad del que sueña o la inocencia del que comienza a
vivir. ¿El mundo es difícil? No, lo somos nosotros.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2241342859704069190.post-30313746470322706262013-04-15T14:36:00.003+02:002013-04-15T14:36:52.352+02:00Imagine: El mármol de Rooney<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: justify;">
<img src="http://lafm.s3.amazonaws.com/sites/default/files/imagecache/450x300/imagenes/wayne-rooney-450_1362661560.jpg" /></div>
<br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Imagino que en una noche de
Champions League se intenta mantener la misma concentración, los mismos
procedimientos, tan tribales como profesionalizados, algo paradójico. Y todo
ello con la idea de normalizar la tensión, un absurdo como concepto y un
peligro muscular y vascularmente si se acepta como realidad.<b> Imagino que, en una noche así, todos
estamos destemplados</b>. En un vestuario, los nervios fluyen como los conatos
de memorizar los deberes que tocará hacer sobre el césped, de aprenderse la lección.
Y acaban siendo sólo intentos porque los futbolistas somos instinto y no razón.
Incluso los más académicos conocen las respuestas sin tener que repasar el
recuerdo. Las tripas les dicen cuando soltar el balón.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En un vestuario, los pechos y las
manos chocan, como las miradas se unen fugazmente como gesto inequívoco de confianza.
Se agradece esa seguridad en citas como éstas, en las que alguien afortunado
como un futbolista puede llegar a sentir miedo. El miedo debería <b>ser un fugitivo</b> en esta profesión. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Me gustan los rituales. Me gusta
hacer algo que me lleve a ser alguien. En los instantes previos a los grandes
partidos, sólo hay un momento que me haga sentir la grandeza de lo que voy a
vivir. Sólo uno. Me siento en el banco helado del vestuario local de Old
Trafford, respiro y pienso en lo que vendrá después del partido. En la estrella
del equipo contrario con la que intercambiaré mi camiseta, la cantidad de
periodistas que me harán las típicas tópicas preguntas, los aficionados con los
que me cruzaré a la salida del estadio y la expectación con la que me recibirá
mi mujer en casa. <b>Es el último momento
de calidez</b>… </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
…que me permite el frío mármol
del vestuario, el mismo que me recuerda lo eterno del club y del fútbol y lo
efímero de mí mismo. Y ese tacto helado, esa sutil divergencia de texturas y
colores entre mi pantalón y el impersonal mármol, es lo que me recuerda lo frío
de este deporte. El fútbol es tan duro que el larguísimo y consistente camino
que te lleva a la élite se convierte en el barranco más vertical en noches así.
La recompensa es tan inabordable como el fracaso. Y eso es lo que me recuerda
el mármol y su contagiosa refrigeración.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Entra el míster en el vestuario y
da la alineación. Su gesto de nerviosismo se resume en la velocidad de
centrifugado del chicle en su boca. Los que le conocemos bien, le calamos en
segundos. Cuando llega a la delantera, no pronuncia mi nombre. <b>Pero me mira</b>. Supongo que es un gesto
de esos que no deberían doler, pero lo hace. Imagino que busca mi confianza en
esa decisión, pero me resulta imposible dársela. Imagino que ese es su ritual,
ese es su momento de calidez emocional y es la última concesión que se da antes
de su trabajo. No me queda más remedio que aumentar mi temperatura, meterme en
el césped sin jugar y rezumar confianza. <b>El
mármol me recuerda que es noche de Champions League.</b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Artículo extraído del nº8 de Lineker Magazine:</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="http://www.linekermagazine.es/descargar-lineker-magazine-8/">http://www.linekermagazine.es/descargar-lineker-magazine-8/</a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2241342859704069190.post-25362934430690038182013-03-11T23:31:00.000+01:002013-03-11T23:31:04.023+01:00Imagine: Un solo trago<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>IMAGINO QUE SERÁ ASÍ SIEMPRE.</b> Que el pub esté absolutamente lleno
para ver al City jugar en Peterborough una ronda de la FA Cup debe ser lo
normal. Llevo un mes en Manchester y estoy en los preámbulos de incorporar la
acepción de la normalidad a mi diccionario de vida. Normal es rascar el
posavasos mientras esperas que sirvan la cerveza, como normal es comparar, mientras,
los adornos y atrezos de las tabernas irlandesas de Inglaterra con las tabernas
irlandesas de España. Hasta me empieza a parecer normal la tipología de
parroquiano que se destila (y destilan) aquí; más altos, con más pelo y más
sociables que en la península. Muestran una sonrisa natural, parece que
agradecida con los trescientos días anuales de lluvia en esta ciudad. Y es que
dicen que mientras que en España se huye de los problemas en el bar, en
Inglaterra se acude al pub a arreglarlos.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Con la cerveza en la mano y
cuatro libras menos en el bolsillo, me giro. Apoyo mi espalda en la barra,
rematada con esa especie de ola de madera cuyo objetivo, deduzco en ese
momento, es incomodar a todo aquel que quiera despreciar la vista del padre
alcohol. Curvo la espalda muy despacio para amoldarme y mientras, <b>CIERRO LOS OJOS</b>. Doy un buen trago e
intento recordar lo bien que sabe una pinta en los momentos dulces. Siento lo
fresco del verano, lo acogedor del invierno. Trato de esforzarme para compatibilizar
esas agradables inyecciones con la autonegación del alcoholismo. Intento disfrutar
el exceso como si me pareciera a mí mismo un anuncio de Coca Cola. No resulta fácil,
pero el ambiente invita a fantasear. Día duro, sudor en la frente… y sigo con
los ojos cerrados. El segundo trago de cerveza es el pistoletazo de la carrera
mental. Elevo ligeramente la cabeza e inspiro. Lo único que oigo es mi propia
respiración, lidiando con el constipado que arrastro. De repente, y como si
todos tuviéramos un indicador de volumen, comienzo a oír un murmullo. Alguien
está girando mi botón, como si la cámara se acercara lentamente a su dedo y
algo fuera a suceder. Se hace tan patente que no me queda más remedio que
escucharlo. Son gritos, cada vez más y más fuertes. Parecen reclamos, incluso
ánimos. Denotan nervios y emociones. Abro los ojos.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El pub está lleno de bufandas y
camisetas celestes. Los ciudadanos han salido de la ciudad y han entrado en el
pub, separados por la frontera de la ilusión. Respetan mi espacio vital pero se
agolpan entre ellos, buscando el contacto, como si el sudor conjunto les
ayudara a pasar un mal trago. Las miradas se concentran en la pantalla gigante,
el lugar donde algunos buscan minutos y <b>TODOS
BUSCAN HÉROES</b>. Mi respiración se entrecorta notablemente. No sé bien qué es
lo que ha pasado. Esto no me parece nada normal. Pero me dejo llevar. Apenas
noto la ola de madera en mi espalda y la cerveza parece haber hecho su efecto.
Intento buscar un ápice de reflexión interna, algo complicado con la atmósfera
de angustia que condensa el pub. Agacho ligeramente la cabeza y pruebo a
pensar. Dos segundos de silencio interno hasta que un tsunami humano me engulle
literalmente. Un trueno formado por mil gritos acaba con el respeto por mi
espacio y, también, con mi preocupación por la más que segura conmoción que
acabo de sufrir. No puedo sentirme mal entre tanta algarabía. Esbozo una media
sonrisa un tanto nerviosa y me limpio la cara de la cerveza ajena mientras
enfoco la mirada a la pantalla. Entre los cuerpos saltando, los hombres
besándose y los pisotones de fiesta como si fuera su Nochevieja, apenas acierto
a ver un chico moreno corriendo como un loco por la banda mientras parece
querer utilizar su camiseta celeste como una honda moderna.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>SILENCIO ABSOLUTO.</b> Noto la ola de la barra en mi espalda. Noto la
normalidad. He vuelto al miércoles. Al febrero húmedo que estoy más que
sufriendo en Manchester. Mi vaso está casi lleno. Noto que los parroquianos me
observan y comparten complicidad con sus miradas y con su inglés cuaternario. Y
es que tengo la cara impregnada de cerveza, que gotea y gotea sin parar hasta
un suelo que parece incluso más limpio que mi rostro. Levanto la vista y me
fijo en la televisión. Va a empezar el partido del City y Agüero es titular. Lo
normal, vamos. No sé qué ha pasado. No sé si vengo del pasado, del futuro o del
viaje más evocador que ofrece la villa de la fermentación. Suelen decir que son
fallos cerebrales. Me cuesta creer que algo tan jodidamente especial sea
definido como un “fallo”. Pero seamos sinceros. Cuando el Kun te parece normal,
es que algo no va bien.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgMkKIs8yxkTL2t_XvvdQumrZC-blGORpVzkHUS99d2265czjhcLhyphenhyphenYTkP-UbLISqaJ6x79Lss7pA_ksiA4kySTet2aQXJP34g8MkxqO1J3rz2WcKqSMbZbNccifpxgcAeUiUZ9y6IObJsK/s1600/yeah.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="321" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgMkKIs8yxkTL2t_XvvdQumrZC-blGORpVzkHUS99d2265czjhcLhyphenhyphenYTkP-UbLISqaJ6x79Lss7pA_ksiA4kySTet2aQXJP34g8MkxqO1J3rz2WcKqSMbZbNccifpxgcAeUiUZ9y6IObJsK/s400/yeah.jpg" width="400" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Artículo extraído del nºVII de Lineker Magazine:</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
http://www.linekermagazine.es/lineker-magazine-7/</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Twitter: @JosePortas</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2241342859704069190.post-89652856460961831552013-03-05T01:49:00.000+01:002013-03-05T02:00:03.066+01:00¿Qué es un Manchester United - Real Madrid?<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://madrid-barcelona.com/data/articulos/2013/02/14/a-romper-las-estadisticas-historicas-en-old-trafford/511cdaf08cd8d.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="248" src="http://madrid-barcelona.com/data/articulos/2013/02/14/a-romper-las-estadisticas-historicas-en-old-trafford/511cdaf08cd8d.jpg" width="400" /></a></div>
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
Un <b>Manchester United - Real Madrid</b> es un partido de fútbol de los de verdad. De verdad el partido y de verdad el fútbol.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Un <b>Manchester United - Real Madrid </b>es una reverencia a la historia del fútbol moderno, el mejor antídoto para ese odio eterno, muchas veces justificado excepto en noches como ésta. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Un <b>Manchester United - Real Madrid</b> es un recuerdo dulce para cualquiera, una derrota que regatea lo amargo. Y no solo por el taconazo de Redondo. La invisible presencia de Van Nilsterooy, la perfección de golpeo de Beckham, la confianza en Raúl, la fe de Raúl, los cojones de Keane, el maltratado chicle de Ferguson mientras observa como un profesor en el patio durante el recreo, la clase de Scholes, las piernas de Ronaldo, los aplausos de Old Trafford....y si nos vamos más atrás, son Best, Puskas, Charlton y Di Stefano compitiendo por el trono continental. Casi nada</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Un <b>Manchester United - Real Madrid</b> es la exposición pública del poder de una camiseta. Gigantes en los sesenta, volvieron al poder europeo en el primer lustro del nuevo siglo y se convirtieron en la eliminatoria más clásica de la historia de la Champions League para una generación entera. Aquello era un fútbol agradecido, un juego a meter más goles que el contrario. Un combate de ataques.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Un<b> Manchester United - Real Madrid </b>es la intensidad elevada a la enésima potencia. Es el respeto por la grandeza, por la enemistad bien entendida y por el fútbol más puro. Es la noche en la que el escudo de la camiseta parece cosido al cuerpo, bombeando al corazón el esfuerzo más superlativo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Un <b>Manchester United - Real Madrid</b> es el olor a espectáculo, a historia, a prestigio. Es la sensación de que si nos tomamos el fútbol tan en serio es porque él nos lo agradece con partidos como éste.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Un <b>Manchester United - Real Madrid </b>es el partido que Ryan Giggs merece para salir al campo sintiéndose milenario.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Un <b>Manchester United - Real Madrid </b>es la mejor ocasión para agradecer que el fútbol naciera en Inglaterra.<br />
<br />
Un <b>Manchester United - Real Madrid </b>es esa saga cinematográfica que siempre verás sin siquiera fijarte en los actores.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Un <b>Manchester United - Real Madrid</b> es mi mayor razón para sentirme aficionado a este deporte.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Twitter: @JosePortas</div>
<br />
<br />
<br />José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2241342859704069190.post-58798507868884378522013-02-14T14:02:00.000+01:002013-02-14T14:02:17.857+01:00Imagine: Aroma industrial<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Recuerdo la humedad.</b> Y recuerdo el olor de la industria cercana de
camino al trabajo. Lo recuerdo como si fuera ayer. El primer día en la oficina
siempre es especial. Sobre todo si llueve y no tienes techo con el que taparte;
al final, ese fino punteo en tu piel resulta agradable y la lluvia se convierte
en tu compañera más íntima. Es fácil echar la vista atrás y recordar detalles;
y si resulta tan fácil es porque los detalles se grabaron en los sentidos. El
susurro del viento, la silenciosa compañía del agua que caía, los crujidos del
colchón de hojas en el aparcamiento...todo era muy diferente a lo vivido hasta
entonces. No detectaba el blanco de la nieve más allá de las ocasionales
concesiones que me regalaba ese cielo gris. El calor del desierto qatarí no
existía pero la gente parecía buscarlo en los pubs, según me dijeron desde un
principio. <b>Y las columnas gaudinianas
parecían guardar filas ante sus generales, rectas, serias, ante la importancia
del trabajo.</b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La ropa no fue problema; si
acaso, una pequeña duda con la corbata, los tonos de azules podían llevar a
equívoco así que opté por el negro neutral como presentación inicial. Nítido,
moderno y elegante. Me sorprendió el cariño con el que me recibieron en las
instalaciones e, incluso la propia prensa. Me alegró comprobar que el respeto
no se entiende como pasarte la mano por encima del hombro, <i>a lo soprano</i>, sino que realmente comprenden tu condición privada y
muestran de un modo casi obsceno su sometimiento, así que me resultó fácil
atender con educación y sumo gusto a todo aquel que me requería. El idioma lo
tenía un poco oxidado, algo escaso para manifestarme ante los jugadores, al
menos como a mí me hubiera gustado. Fue cosa de semanas asentarme en ese
sentido, el haber viajado tanto me ayudó inconscientemente.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Todas estas afirmaciones actuales
eran vacilaciones en aquellos momentos<b>.
Éste del fútbol es un mundo de una duda continua, de una pregunta sin
respuesta, de un partido sin fin.</b> Pero al llegar a casa aquella noche, me
sentí protegido a la par que preparado. Pensé que había elegido bien, que tenía
el apoyo suficiente y que me debía a mí mismo el intentarlo. Todo lo que
lograra sería un regalo para un amante del fútbol como yo y como la mayoría de
los que me rodeaban por entonces. Así que aquella noche (y todas las que
vendrían) dormí como suelo hacer en mis mejores condiciones. Poco y a ratos.
Pero tranquilo, muy tranquilo.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Años después, no puedo más que
agradecer, precisamente, aquel regalo. El fútbol y la pureza con la que me
obsequiaron aquella gente, aquel país y aquella competición. En definitiva, una
cultura. No sé si muy diferente, pero desde luego tremendamente reconfortante.
Ahora, a escasos kilómetros del mar, disfruto de la humedad como del mejor
cava. <b>Hasta el aroma industrial me
dulcifica el recuerdo.</b> Y en ocasiones, cuando llueve, me invade la
nostalgia por unos minutos. Son aquellos instantes en los que recuerdo a mi
fiel compañera en mi agradecida aventura.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<img height="434" src="http://digitalsport.ro/wp-content/uploads/2012/02/guardiola.jpg" width="640" /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Artículo extraído de Lineker Magazine nºVI: </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
http://www.linekermagazine.es/?p=1031</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
twitter: @JosePortas</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2241342859704069190.post-39277950453617252202013-02-14T13:52:00.001+01:002013-02-14T13:52:38.504+01:00El atrezo del fútbol<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La igualdad anda infravalorada, con
una inercia antinatural. Hoy cojean las emociones. En la carrera hacia el fin,<b> el propio tiempo va en muletas, perdido,
sin entender nada, sin saber quién le ha hipotecado</b>. Vivimos en una
sociedad donde la incompetencia alcanza las cotas más valoradas; donde el
ejercer sin precio vale más que el saber sin interés. Esta corriente atañe al
fútbol; esa lúdica y popular actividad que parte de la base del once contra
once y de la división en edades y categorías, pero que queda desvirtuada, desde
tiempos inmemoriales, por la selección depredadoramente natural del capitalismo
deportivo. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Los peces gordos supieron ver el
negocio desde el principio. Si el aficionado no puede pagar una entrada, le
llevaré el partido al salón. Si el dependiente humano no aguanta sin catorce
masoquistas repeticiones de un penalti, le ofreceré ojos en el césped<i>. Si la novia se aburre en casa, la llevaré
al cine</i>. Hace ya tiempo que la agitación futbolística tiene un precio. <b>Y no lo marca el juego, sino el atrezo que
suele acompañarlo semana tras semana</b>. Como una correa de oro para un perro
cada día más triste. Sin embargo, hay pocos escenarios mejores que un campo de
fútbol para asistir a los <i>no tan metafóricos</i>
<i>milagros</i>, cuando la alteración abraza
sus orígenes de la forma más auténtica. A veces, este deporte olvida su
embalaje y nos muestra su mayor valor. Regala igualdad a los inferiores y les
dedica la película más bella de su historia, aquella cuyo guión aumenta el
tamaño moral de los pequeños con una inyección de felicidad; dopada y temporal,
como la niebla que impide ver la realidad. Pero felicidad, al fin y al cabo.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>El Bradford City jugará en Wembley la final de la Capital One Cup</b>.
Lo hará corriendo con la verdad de sus piernas y cegado por la niebla de
Londres, la que promete el chupito de gloria en una cena inolvidable. Wigan,
Arsenal y Aston Villa han cedido ante el elegido del <i>fútbol inglés</i> para el siglo XXI. Y nos gustan. Nos encantan ambos.
El Bradford City y el fútbol inglés, ese juego de brutos que ha sabido
estudiarse a sí mismo mejor que nadie. Es ese fútbol solidario que sabe cómo
vestir el juego sin disfrazarlo. El protagonismo rueda conforme junto al balón
y no marca las monedas en busca del rostro más fotogénico. Es el claro ejemplo
de cómo acompañar sin desenfocar, de cómo crear una estructura organizativa de
cara al césped. Si la novia juega, la dama de honor debe apoyarla desde la
grada.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
No podemos más que alegrarnos de
que la ilusión tire el circo abajo, de que el regalo rompa violentamente el
envoltorio con la lucha como bandera. Que nos perdone su rival, pero vamos con
el Bradford City. <b>El fútbol inglés no
necesita atrezo alguno</b>. Allí saben que el mejor maquillaje para la novia
son sus lágrimas de emoción.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<img src="http://www.sportyou.es/blog/wp-content/uploads/bradford-350.jpg" /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Artículo extraído de Lineker Magazine nºVI:</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
http://www.linekermagazine.es/?p=1031</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Twitter: @joseportas</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2241342859704069190.post-8401071330326014272013-01-04T13:24:00.001+01:002013-01-04T13:24:12.786+01:00Imagine: Verde Navidad<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Me gusta el olor a puro.</b> No fumo, nunca he fumado y nunca fumaré.
¿Y por qué lo agradable? Supongo que por los misterios de nuestra mente, por el
regusto de cubrirnos de amargura. Por lo cambiantes que, al final, resultamos
todos y por la vida que llevamos. No hay época más extrema que la Navidad. Se
colorea por sí misma de momentos. Hay algunos instantes que recuerdo como si
hubieran pasado en este siglo. En realidad, se repetían sucesivamente cada diciembre
de finales de los ochenta. Las tardes terminales del otoño apenas respiraban
entre deberes, entrenamientos y clases de inglés. El tacto de la vida era el de
la arena del parque; el sabor lo ponía el guiso de mi madre, infravalorado
entonces por la inmediatez que exigen los sentidos de un niño. El recuerdo de
aquel guiso ha sido para mí como el mejor de los vinos. Cuanto más lejano ha
ido quedando, más cerca lo he querido sentir al llegar cada Navidad. En esa
época en la que regateas personas por la calle, sueñas regalos en forma de gol
y cada noche es tan especial como las primeras veces, como los mejores
fichajes, como las noches que se duermen al calor de la mañana más plácida. ¿Y
a qué olían aquella vida? Pues olía a puro.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Tras días de espera y de cuentas
atrás, llegaba la mejor tarde de miércoles. No importaba que te mandaran
ponerte tus pantalones y zapatos más incómodos; ni siquiera que tu madre te
peinara regalándote responsabilidad, ya que aquel día apenas ibas a poder mover
tu cabeza con el fin de salvaguardar ese tesoro, de valor incalculable en aquel
momento y maltratado por ti mismo cualquier tarde del resto del año. <b>Ese pelo que, con el tiempo, indignado, se
ha evaporado.</b> Como lo hacía lentamente el tiempo durante aquel atardecer.
Los nervios se agudizaban, compartiendo tensión con el coche de mi padre. No
ayudaba que mis piernas colgaran del asiento del Opel Omega.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Dicen que en los recuerdos
infantiles los espacios se agrandan en tu mente. Yo tengo sensaciones
contradictorias al respecto. De camino, pasamos por una enorme y despoblada avenida
a la que el tiempo se ha encargado de quitarle el disfraz en mis ojos, pasando
a ser peliaguda, estrecha y dolorosamente transitada. Al acabar la experiencia
sobre ruedas, comenzó el período sobre poleas. Recuerdo una rapidísima subida a
lo alto de un rascacielos en un ascensor repleto con tres simples presencias (la
mente continúa jugando con mi percepción espacial). Una vez arriba, las prisas
cogieron el mando entre una luz verdosa, un olor a perfume caro y rancio, una
abrumadora densidad de corbatas y un apretón de manos, previa cesión de
entradas. Vuelta al ascensor, palabra que, por entonces, no formaba aún parte
del argot futbolístico en mi simple y feliz mentalidad. Bajamos.</div>
<div class="MsoListParagraph" style="margin-left: 14.2pt; mso-add-space: auto; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -14.15pt;">
<br /></div>
<div class="MsoListParagraph" style="margin-left: 14.2pt; mso-add-space: auto; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -14.15pt;">
<!--[if !supportLists]-->-<span style="font-size: 9px;"> </span>Ya casi estamos – decía mi padre mientras
agitaba gustosamente mi pelo. Mamá se iba a cabrear…</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>La siguiente etapa de mi recuerdo se define con movimiento.</b> Estrés,
ansiedad, electricidad pura alimentando todas las extremidades de mi pequeño
cuerpo y resumidas en mi cabeza. No dejaba de mirar hacia arriba, hacia todos
esos gigantes que me rodeaban y cerraban el camino. El pulso se agitaba y no
podía ni pensar en los viajes de cada uno de ellos; suficiente tenía con
apretar con fuerza la mano de mi padre. La noche nos había encerrado ya, como
parecía hacerlo el gigante de cemento al que nos acercábamos.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Y entonces vino el momento que
ciertos anuncios de televisión se han encargado de adulterar en mi mente.
Intentando ser todo lo subjetivo e imparcial que uno puede ser con un recuerdo,
soy capaz de evocar unos escalones grises, que incluso desprendían humedad al
pisarlos con mis zapatos de gala. Tras una decena, surgió una fila de luces.
Blancas, muy brillantes, las reinas del lugar. <b>Y cuando acabaron los escalones, apareció el verde.</b> El color más
bonito que existe. Habíamos llegado a una inmensidad de color verde puro que
pude disfrutar entre la firmeza de la mano de mi padre y el nervio de mis
extremidades, que parecían querer separarse del resto del cuerpo y bajar a
correr por el césped. Mi estado era de total y absoluta percepción. Y entonces,
solo entonces, anclado al brazo de mi padre, comenzó el olor a puro. Era
intenso y nuevo para mí; fue el perfume de aquel día.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El fútbol guarda una cualidad
común con la Navidad. El exceso. Sobre excitaciones y ascensores entre
emociones. Sobre alegrías y tristezas envueltas en una celebración tan imprescindible
como arriesgada. Imagino que lo más saludable es quedarse con los picos de la
montaña, sin restar extremismo a las caídas al valle. Imagino que lo mejor del
fútbol es que tiene un secreto. <b>Sabe
cómo hacerte sentir el protagonista entre más de noventa mil personas.</b> Sabe
amordazar a la multitud para dejarte pensar en silencio. Y se disfraza de
formol para guardar los recuerdos más especiales. Imagino el olor a puro. Ya es
Navidad.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZx51OzUAWjxO3EQBnbPof6ei2JTBO963r6_XdtHDwigqHyPI36OsoSAZHlia6MXiq0KcZ1yuY1gCCtw_Xkyhnv65r0wC5qwRadddUtnVFR_PtGJDnumancZlgrNs-S0N_pzfnqkSVMG-0/s1600/ilustraci%C3%B3n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZx51OzUAWjxO3EQBnbPof6ei2JTBO963r6_XdtHDwigqHyPI36OsoSAZHlia6MXiq0KcZ1yuY1gCCtw_Xkyhnv65r0wC5qwRadddUtnVFR_PtGJDnumancZlgrNs-S0N_pzfnqkSVMG-0/s640/ilustraci%C3%B3n.jpg" width="456" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<b>Ilustración de Bea Crespo</b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<b>www.beacrespo.es</b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Artículo extraído de Lineker Magazine nº5:</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
http://es.calameo.com/read/00170973609218aa12d5f</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
José Manuel Portashttp://www.blogger.com/profile/16530187627183866163noreply@blogger.com0